El jueves, el Ministro de Sectores Estratégicos mantuvo una reunión con industriales en Guayaquil cuyo “objetivo es exponer las oportunidades de inversión al sector empresarial” (El Ciudadano).
Posteriormente visitó la Espol para motivar a los estudiantes a prepararse en las áreas requeridas por los proyectos prioritarios.Buena iniciativa del ministro Poveda, aunque cabe observar que lo óptimo es que los industriales y los académicos hubiesen participado en el proceso de escoger los sectores que los primeros considerasen atractivos para la inversión y los segundos manifestasen estar en condiciones de preparar a los profesionales requeridos.
De tal concertación habría salido un distinto coctel de proyectos, y se hubiesen delineado las políticas públicas requeridas para estimular tanto la inversión como la preparación de profesionales.
El otro elemento en ese diálogo es el financiamiento, puesto que lo óptimo es que el sector financiero se hubiese pronunciado sobre los sectores a los que hubiese estado más propenso a prestar, por considerarlos menos riesgosos, y que políticas públicas hubiesen facilitado el crédito a mayor plazo y menores tasas de interés.
Pero ahí falla el modelo económico: no se concierta, no se dialoga. Ayer el Comité Empresarial publicó un remitido de página entera respecto del Código Monetario y Financiero. Además de observaciones puntuales, el Comité revela que la propuesta de reforma a la legislación monetaria “responde exclusivamente a la visión del sector público”.
Entre las entidades que la firman no sólo están las cámaras que representan a las grandes y medianas empresas, sino también la Federación de Cámaras de la Pequeña Industria.
Quien lee el proyecto de código sin conocer el entorno de su aprobación habría asumido que los productores lo aplaudirían, puesto que estipula que el Estado forzará a la banca a prestar a los sectores escogidos. Pero esta “ventaja” para los productores se diluye puesto que los sectores escogidos no son necesariamente los que los industriales consideran viables, y por lo tanto, forzar el crédito a sectores sin mayores posibilidades de éxito debilitaría al sistema financiero privado.
Dialogar no implica ninguna pérdida de poder al Gobierno, puesto que es él quien presenta y hace aprobar las leyes, expide las normas y aplica las políticas.
Lo que el diálogo y la concertación lograrían es mejorar las posibilidades de éxito de la estrategia de “cambio de matriz productiva”, como el Gobierno denomina al proceso de industrialización. Son los empresarios, financistas y educadores, tanto los grandes como del sector popular y solidario, quienes conocen lo que es invertir, financiar y capacitar, y su aporte es indispensable para la adopción de una estrategia ganadora.