Los casos como Enron, Worldcom, Lehman Brothers, Volkswagen, las denuncias de colusión en Chile, y el escándalo de Petrobras en Brasil que ha involucrado a las principales empresas constructoras, han afectado la confianza de la sociedad en el mundo empresarial.
Según algunas encuestas, a pesar de lo anterior, las personas consideran que su futuro y nivel de vida depende en gran parte de las empresas, ofreciendo una gran oportunidad de responder de manera efectiva a esa expectativa.
Para lograrlo es fundamental adoptar un nuevo enfoque de Gerenciamiento de los negocios, llámelo “Valor compartido”, gerencia por “Triple resultado”, o “Gerencia Sustentable”. Este nuevo estándar requiere remecer paradigmas, compromisos, prácticas, herramientas y resultados que priorizan hoy los gerentes.
En cuanto a paradigmas, priorizar el largo plazo antes que el corto plazo. Moverse del foco sólo en accionistas hacia diversos públicos de interés. De obsesión por el individualismo a la cooperación. De sólo maximizar las utilidades, a también generar valor social y ambiental.
Esto debe acompañarse con la adopción de nuevas prácticas, como entender el gobierno corporativo más allá de las regulaciones, e incorporar tareas como: Difundir y proteger los principios y valores, la transparencia, la integridad; optimizar la forma en que se toman las decisiones; evaluar el impacto de los procesos y las decisiones; establecer diálogos y consultas, como programas permanentes con comunidades, proveedores, clientes.
Lo anterior requiere adoptar herramientas, como los principios del Pacto Global, y establecer políticas y procesos para evitar afectar derechos humanos, discriminación, corrupción, contaminación. Herramientas como el Índice de Progreso Social son útiles para medir, junto a municipios, sociedad civil, y la empresa, la forma en que la comunidad cercana progresa en la satisfacción de sus necesidades y el aumento de oportunidades, en la medida que la empresa crece. El resultado de este enfoque lleva a establecer compromisos de largo plazo, que orientan las acciones de hoy a un propósito de 10 a 15 años.
La confianza no se pide, ni se gana… ¡se merece! Se logra con lo que se hace y se deja de hacer. El primer paso es reconocerse vulnerable, con esfuerzos importantes para conocer las vulnerabilidades y trabajar en ellas. De tal manera, cuando las tentaciones lleguen, el espíritu esté fuerte. Un sacerdote decía años atrás: “Le pido al Señor que me fortalezca ante las tentaciones, pero que por favor no me las quite… ya que así sé que vivo, y puedo demostrar mis convicciones”.
Las empresas son tan vulnerables como las personas, aunque aparenten lo contrario. La clave está en adoptar un enfoque gerencial que reconozca esto, y ayude a fortalecer el espíritu de toda organización.
Columnista invitado