La primera biografía de Mons. Juan Larrea Holguín se ha publicado en Madrid por Ediciones Palabra en su colección ‘Testimonios’, volumen de 270 páginas cuyo autor es Antonio Vázquez, conocido escritor que acaba de añadir, a sus varias semblanzas de personajes contemporáneos vinculados al apostolado de San Josemaría Escrivá, una ‘Vida de Cristo’ en tres volúmenes que ha llamado la atención de la crítica. Mons. Larrea fue el primer ecuatoriano admitido en el Opus Dei, la fundación de San Josemaría, antes aun de que esta institución religiosa fuese aprobada definitivamente por el Vaticano, trasladada a Roma su casa generalicia e iniciara desde allí su proteica labor. Allí precisamente obtuvo Juan su doble doctorado en derecho, luego revalidado en la Universidad Católica de Quito, uno de cuyos alumnos fundadores fue antes de viajar a Roma acompañando a su ilustre padre, don Carlos Manuel, designado embajador ante la Santa Sede. Ordenado sacerdote en Madrid en 1962, fue Juan quien, al volver, estableció la Obra en el Ecuador con amplia acogida sobre todo en la juventud. Poco después fue preconizado sucesivamente Obispo Castrense en el Ecuador, Obispo Auxiliar de Quito, Obispo de Ibarra y Arzobispo de Guayaquil. El 27 de agosto del 2006 murió en Quito a los 77 años de edad.
El libro bosqueja de manera ágil la vida entera de Mons. Larrea, con preferencia en sus aspectos religiosos y en su eficaz labor como apóstol de la expansión del Opus, no solo en el Ecuador. Utiliza como fuente para su semblanza ante todo la amplia correspondencia mantenida durante años -cartas van y cartas vienen, prístinos testimonios de confidencias, consejos, consultas- entre Juan Larrea como San Josemaría Escrivá, sus sucesores Mons. Álvaro del Portillo y Mons. Xavier Echeverría, conservada en Roma. Vienen luego los originales de ‘Rayo de luz’, escrito del propio Juan con su autobiografía, íntima confesión de su singladura espiritual, no exenta de dificultades y obstáculos, en busca de su santificación personal cumpliendo los menesteres de la vida ordinaria y siguiendo el ‘camino’ que señala Escrivá: ser santos en la cotidianidad. Para completar sus apuntes, Antonio Vázquez y su señora vinieron al Ecuador el año 2005 y sostuvieron largas entrevistas con Mons. Larrea, víctima ya de incurable y doloroso mal que soportó sin una queja. Menos de un año después recibieron la noticia de su muerte.
Vázquez traza brochazos sobre sus dotes de eximio jurista, escritor de perfilados gavilanes, miembro de las Academias Ecuatoriana de la Lengua y Nacional de Historia, pintor de colorida paleta, orador elocuente, excursionista de ávidas pupilas. Vázquez, avezado escritor, sigue su ejemplo y nos brinda en su libro espléndidos bocetos sobre Quito, otras ciudades del luminoso Ecuador y sus altas cumbres.