Hace 65 años, de los escombros de una cruenta guerra surgió la paz europea en base a la unidad en la diversidad, mediante decisiones políticas superiores que sustentan acuerdos económicos y militares de largo alcance, promovidos por visionarios que previeron soluciones estratégicas comenzando por la Comunidad del Carbón y del Acero, hasta llegar a la Unión Europea (UE) con 28 países que movilizan personas sin obstáculos, intercambian libremente mercancías y mantienen políticas económicas coordinadas con una moneda que circula en casi todos estos países, en virtud de compromisos supranacionales que implican una aplicación inteligente de su soberanía.
Hace 55 años los países de la América del Sur más México constituyeron, a imagen y semejanza de la Comunidad Económica Europea, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, cuyos comienzos fueron prometedores pero sin consolidarse porque faltó la visión superior para –sin un escenario posbélico- atender las diferencias asimétricas entre sus socios, que la UE sí entendió al ayudar a España, Portugal y Grecia.
Por eso surgió el Grupo Andino, hace 36 años, que tuvo también un arranque importante para el comercio de manufacturas, pero que luego por la miopía política de gobernantes sin historia, fue debilitándose al no lograr la unidad en la diversidad de intereses subalternos. Este error nos tiene ahora con un comercio administrado vulnerable, con aduanas en nuestras fronteras que no pueden frenar el contrabando, sin circulación libre de capitales. Es decir, desunidos, de espaldas, y navegando entre populismos ineficientes y libertinajes económicos injustos.
El Ecuador, corrigiendo un error derivado de una política comercial incierta, negoció tardíamente un Acuerdo Comercial con la UE, que implica dos grandes consecuencias que debemos entenderlas en toda su magnitud, pues a partir del 2017 tendremos, por una parte, abierto el mercado de los 28 países europeos que tienen 508 millones de consumidores y, por otra, abierto nuestro mercado para preferir productos europeos que competirán con nuestra producción actual. Estos enormes compromisos serán beneficiosos para un país pequeño como el nuestro, si logramos convencer a los inversionistas que contaremos con un mercado grande para exportar nuevos productos.
Entonces, los agentes económicos deben prepararse desde ya – pues solo falta un año y medio para que esto ocurra- identificando los proyectos de producción de nuevos bienes que puede comprar Europa, -que es la mayor economía del mundo-, para lo cual incluso podría contar con ayuda financiera gratuita de la UE, tal como logró Colombia para el sector lácteo. Si hubiésemos pactado este Acuerdo junto con Colombia y Perú en este momento ya tendríamos nuevas producciones exportando a Europa. Entonces, todos, a recuperar el tiempo perdido.