El Frente Nacional (FN) es un partido francés de extrema derecha fundando en el año 1972 por Jean-Marie Le Pen, quien lo presidió hasta 2015 en que fue sustituido por su hija Marine Le Pen, que lo hizo expulsar.
La organización fue identificada desde sus orígenes como filonazi, en manos de Marine LePen,ha tratado de dar una imagen más moderada, pero conservando su ultranacionalismo y su antieuropeísmo.
El Frente Nacional también está en contra de la inmigración, el matrimonio igualitario, el aborto y la eutanasia y su programa económico es notablemente antiliberal e intervencionista.
Sin embargo, su discurso populista, en lo económico muy cercano al de la izquierda, y que apela a las emociones más primarias de los electores, ha calado en una Francia en crisis y temerosa del terrorismo islámico, y así, en diciembre de 2015, se convirtió en la primera fuerza política de ese país, obteniendo la victoria en 6 de las 13 regiones francesas con casi el 30% de la votación en la primera vuelta de las elecciones regionales.
Luego de conocer los resultados Marine Le Pen aseguraba que la victoria del Frente Nacional constituía “la revuelta del pueblo contra las élites”. Un discurso que nos suena conocido, ¿cierto?
Ante esto, el primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, llamó a los electores de su partido, el Partido Socialista (PS), a votar en la segunda vuelta por Los Republicanos (LR), un partido de derecha (¡sí, de derecha!), en las regiones en que el Frente Nacional podía resultar el ganador definitivo, retirando sus candidatos con menos posibilidades a fin de que sea el partido Los Republicanos quien se haga con la victoria y no el Frente Nacional.
La estrategia de Manuel Valls y los socialistas dio sus frutos y el Frente Nacional fue derrotado en todas las regiones en la segunda vuelta electoral.
Pero, ¿por qué un partido de izquierda decidió apoyar a uno de derecha? Valls explicaba: “está en juego la República. Este domingo, los franceses deben elegir cuál es la visión de Francia por la que quieren votar, la de aquellos que quieren la unión o la defendida por la extrema derecha, que busca dividir y que los franceses se ataquen entre ellos”.
Así, Valls y también los socialistas prefirieron votar por los candidatos de la derecha que permitir que una organización antidemocrática se haga con el poder.
De esta forma, los socialistas franceses, frente a la disyuntiva entre defender los principios republicanos y democráticos de Francia o dejar que estos sean arrasados por una organización iliberal y autoritaria, prefirieron dejar la ideología de lado y apoyar a su nemesis, convirtiéndose en una verdadera izquierda democrática, ejemplo que muchos en Ecuador deberían seguir.