¡La querida Tri! Nuestra Selección en el plan de llegar a un campeonato mundial por tercera ocasión. Dicen que por presión mediática Fidel Martínez, delantero, se halla entre los 24 jugadores convocados por el Director Técnico (DT) Reinaldo Rueda. ¡A buena hora! A partir de hoy hasta el martes 15 lo único que cabe es hacer fuerza para que triunfemos ante Uruguay y luego que les paremos a los chilenos. Hemos llegado a la encrucijada en nuestro camino hacia el mundial. Que los jilgueros de humores revueltos no chisten; que el guirigay que producen no llegue hasta los medios de comunicación que tienen prestigio. Inclusive de parte de los periodistas deportivos no caben comentarios desproporcionados, hirientes o ríspidos que no contribuirán positivamente al curso de los acontecimientos y más bien pueden doblegar la voluntad de los jugadores y ni digamos del DT. Inclusive sería de pedirles a quienes transmiten los partidos que ante un gol de Ecuador no se queden roncos. Un gol ecuatoriano como algo de esperarse y no como un hecho extraordinario que da para gritar. La euforia en los graderíos es otra cosa: es una reacción colectiva, imparable.
¡La querida Tri! Un buen seleccionado, un buen equipo, un buen DT. Los más de los jugadores, afroecuatorianos. En relación a la población total, en proporción que supera explicaciones que apenas caben como meros ensayos que están por escribirse.
Que nuestros futbolistas, los de la selección, los más afroecuatorianos llegarán hasta donde llegue la nutrición que tuvieron, no es para desalentarnos. De estratos sociales modestos de la provincia de Esmeraldas, su alimentación a base de menestra -la portentosa mezcla de arroz, lentejas o frijoles-, yuca, plátano verde o maduro, pescado, jugo o gaseosa, de vez en cuando pollo o carne. Alimentación monótona pero nutritiva. En cuanto al medio familiar que pudo serles adverso, la figura central la madre, imbatible a las adversidades. Palo en mano sin dejarle pasar una al negro: ese negrito que comenzó a jugar fútbol con pelota de trapo, pues ni por navidades el Niño Jesús se acordaba de traerle un balón. Pese a todo, el sueño tranquilo -la serenidad que le vino después-, con una mamita que hacía milagros, infatigable; que se imponía: ¡ni oír de beber! De educación, la básica, pues tenía que trabajar: el primer equipo que tuvo, su familia. Con más o con menos debe ser también la historia antropológica del resto de jugadores de nuestra Selección.
Como tengo sobradas razones para creer en la neutralidad de Dios y la Virgen, mi optimismo de llegar al mundial se fundamenta en que contamos con buenos jugadores y en el buen nivel técnico de Rueda. Confieso que hice todo lo posible para asistir al partido Ecuador-Uruguay. Todo estaba vendido y con semanas de antelación.