Columnista invitado
Decir que terrorismo es la acción cumplida por la propaganda, nos es tan familiar, que Walter Laqueur solo interpreta la realidad que se vive en nuestro país.
Esta asimetría utilizada en la confrontación política se debe a que no existe una definición universal para el terrorismo. Bien puede ser, valiéndose del “código penal”, un grupo de tirapiedras que destruye una estación de bus; o bien puede ser, como con seriedad tratan algunos países, un grupo que utiliza ilegalmente la violencia, causando daño y pánico en víctimas inocentes con coacción política o ideológica.
En definitiva, son actos de violencia con la finalidad de crear presión sobre la opinión pública y, por ende, crear también un ambiente de inseguridad.
Para un gobierno honesto, que sabe diferenciarse del concepto de Estado, ante un ambiente de inseguridad, existen las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, que son las únicas con capacidad de detentar la acción armada y poseen el monopolio de uso de la fuerza, desde que el Estado existe como tal.
Conviene, entonces, preguntarse ¿dónde se ubican los arutam, manipulados por el Gobierno, cuál es su finalidad y qué podrán hacer ante futuras circunstancias una vez que se les ha dado facultad de acción armada en un conflicto social? En ocasión de la referencia no fueron las Fuerzas Armadas que, según la ley, las movilizaron en apoyo a la defensa nacional; por consiguiente, en esta vez su participación política queda en libertad de acción. Pueden actuar violentamente como ocurrió en Bangkok, en el centro de Erawan shrine donde convocaron “our home our country” (nuestro hogar, nuestro país) porque en definitiva tienen valores sociales factibles de ser manipulados en contra del gobierno, como se ha demostrado.
Para nuestra situación, utilizando a los arutam se ha transferido irresponsablemente la facultad que le concede la Constitución, cuando se poseen unas Fuerzas Armadas profesionales como las ecuatorianas.
La acción gubernamental, por lo tanto, no está para diseñar programas de propaganda gris con la cual se manipulen culturas como la de los arutam. Su acción existe para cooperar en el diseño de políticas públicas nacionales que no estén respaldadas por miles de oyentes fantasmas como los inducidos por los CDR, que validos por cuatro ministros de Estado como agitadores trataron de consolidar la consigna de “somos más”.
La gobernabilidad es un objetivo político instrumental pendiente, que nos haga sentir a todos los ecuatorianos que nuestro hogar es nuestro país. Los arutam no deben ser un mecanismo de defensa de la revolución ciudadana, como sustituto temporal mientras se obtenga la Dirección de Seguridad Pública para defensa de la revolución ciudadana. La fuerza de la revolución debería sentirse en el alma de todos los ecuatorianos. El corazón y la mente de los ecuatorianos debe conquistarse y no avasallarse mediante la saturación de propaganda.