Como lo que viene es un cambio de presidente y no de gobierno, luego de una enconada campaña electoral tender la mano para un diálogo puede no ser fructífero pero no una misión imposible, porque pronto pasará la turbulencia política pues en el Ecuador de hoy la presencia política se activa solo cuando hay elecciones, ya que no existen partidos políticos estructurados que actúen en forma permanente. Entonces, por el bien del país hay que trabajar con objetivos realistas para revertir cuanto antes la recesión económica y detener la disminución de los puestos de trabajo.
A tal efecto lo primordial y básico es aplicar un plan inmediato de mejoramiento profundo de la productividad en todos los campos, para contrarrestar también las influyentes predicciones del Fondo Monetario Internacional, en el sentido de que, si no sube el precio del petróleo, la economía ecuatoriana continuará decreciendo a un ritmo similar al del año pasado.
Tender la mano siempre será útil si es un acto recíproco para frenar los impulsos necios que nos lleven al abismo de la inestabilidad política. Por ello es importante decidir lo que puede hacerse en los primeros cien días de gobierno, como por ejemplo: recortar inmediatamente el presupuesto nacional pero con criterio social, ejecutando el gasto sin derroche y dando ejemplo de austeridad “a lo Mujica”, eliminando ya los ministerios innecesarios, las secretarías inútiles con sueldos ministeriales y las empresas públicas improductivas y, al mismo tiempo, destapar y castigar la corrupción para dar señales claras de honestidad y ética política.
Para salir adelante es necesario que todos hagamos sacrificios iniciales compartidos, actuando con transparencia y pragmatismo, para sentar bases que sustenten una recuperación económica y social en el mediano plazo.
Los dueños del capital privado, por su parte, deben ceder en sus aspiraciones maximalistas para adecuarlas al momento que vive el país. No es posible eliminar impuestos cuando el déficit fiscal puede superar el 10% del PIB. No es conveniente mantener subsidios en sectores que no lo necesitan, ni descontrolar las variables de la balanza de pagos porque podemos quedarnos sin dólares para vivir en dolarización.
Más bien les conviene hacer un compromiso fuerte y con reglas claras con el gobierno para traer al país por lo menos una parte de los 30.000 millones de dólares que se estima están en el exterior, a fin de desencadenar un desarrollo industrial, agrícola, pesquero, tecnológico y minero con capitales ecuatorianos que se queden para siempre en nuestro país.
Los trabajadores deben estar persuadidos que solo lograrán más ingresos si van a trabajar cada día mejor durante 8 horas de sesenta minutos, con base en un compromiso explícito de ser más productivos para poder competir en forma sostenible con el resto del mundo.
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