Por mucho tiempo recordaremos este concepto del actual Presidente: “Ahora somos una familia de clase media”… “tenemos un problema, talvez nos quedamos sin empleo, el jefe de familia, pero tiene tarjeta de crédito para seguir subsistiendo”.
Por la abundancia de ingresos, particularmente del petróleo, muchos ecuatorianos de estamento económico pobre han logrado ascender al primer escalón de la clase media.
Al escribir esta nota me refiero a lo que tengo a mi vista: una familia de tres personas ha conseguido ese primer ascenso. El de fortuna limitada aspira obtener, en la nueva etapa de mayor ingreso, objetos que antes no podía tener: televisor de pantalla plana, artefactos de la línea blanca, ropa de marca; y, en algunos casos, un vehículo usado que constantemente requiere mantenimiento. Ante los demás, ya no es el de ayer; hoy, es una persona importante en su círculo social.
El único nuevo problema de este bienestar pasajero, es que ha acudido a préstamos. Las casas comerciales le han facilitado crédito para pagarlo en 6 meses; en 12; y, si el bien es de mayor coste, hasta en 24 o 36 meses.
En cuanto a la vivienda, la casa propia, aunque modesta, no lo adquirió pagando el precio de contado. Su economía no daba para ello; la consiguió con crédito y debe pagar dividendos mensuales a más largo plazo.
¿Qué acontece con un empleado si, por desgracia, pierde su empleo? ¿Con qué dinero podrá atender las necesidades más elementales del hogar; la educación de los hijos si aún son estudiantes y los pagos pendientes de los préstamos? No con la tarjeta, pues tiene límite de cantidad y uso.
Si se vive en la base social, aunque no sea uno más de los que están abajo, tiene a su vista otros seres humanos que viven exclusivamente de su sueldo, entiende la tragedia que entraña la desocupación. La tarjeta de crédito tiene límite y por la falta de pago de algunos dividendos, deja de servir. ¿De qué le valdría entonces esa tarjeta que el Jefe de Estado la eleva a la categoría de instrumento para continuar subsistiendo en la desocupación?
Hay que constatar los esfuerzos que realiza todo desocupado para conseguir nuevo trabajo y no lo encuentra. Deja carpetas en todo lugar posible donde pudieran darle empleo, sin resultado.
En una familia de seis hijos, por ejemplo, dos están desocupados y no sirven los títulos especializados y la experiencia que poseen.
Una cosa es nacer y crecer en familias acomodadas; luego, tener empleos con altos ingresos y dictar leyes. Los de abajo, perdido el crédito y privados de los bienes que obtuvieron, simplemente volverán a la pobreza y la ponderada clase media para ellos termina con gravísimas consecuencias, ya que se acostumbraron a un nuevo estilo de vida y se rebelarán ante la realidad de escasez, limitaciones extremas y depresión.
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