Luego de los resultados que ponen a Lenín Moreno (AP) y a Guillermo Lasso (Creo) en la segunda vuelta, se avizora una reñida competencia para sumar los votos necesarios. Si se esperaba una campaña tranquila y de ideas tras los sobresaltos de la primera parte, todo indica que tendremos bastante más de lo mismo.
Frente a esa triste constatación, cuyas primeras señales llegan con fuerza y en grandes cantidades, vale la pena preguntarse quién puede beneficiarse más de una pelea frontal.
Lasso apostará por alianzas y ya tiene en sus filas al beligerante y proactivo Alcalde de Guayaquil, líder del PSC, y al neopopulista Abdalá Bucaram Pulley.
Moreno buscará hacer que su apoyo vaya más allá de Iván Espinel, y ya tiene metido de lleno en su campaña al presidente Rafael Correa. El miércoles, ante la prensa internacional, este último transmitió la idea de que controla la presente y la futura escena política nacional, incluyendo la ‘muerte cruzada’ que lo traería de vuelta.
El bando interno conformado por quienes creían que la segunda vuelta podía ser la oportunidad para un cambio de estrategia alrededor de un Moreno más dueño de sí mismo y que dejara aflorar sus fortalezas, tendrá que esperar. La lógica se basará en las mismas premisas de la primera vuelta: se trata de una campaña del movimiento basada en un programa de gobierno de largo plazo y no de personas, excepto, claro está, de la persona que está arriba, abajo, adelante y atrás de AP.
El pequeño detalle es que AP, tal y como vino actuando en la primera vuelta, pudiera estar muy cerca de su techo, que no necesariamente es el de Correa. Tenía -y tiene nuevamente, frente a una autoridad electoral condescendiente- funcionando la maquinaria propagandística, la capacidad de gestión gubernamental a nivel nacional, especialmente en Manabí, y al Presidente en campaña.
Con todo, Moreno logró algo más del 35 por ciento del total de votos, si se toma en cuenta los blancos y los nulos.
¿Cuál es entonces la apuesta de AP? ¿Obtener mejores resultados haciendo lo mismo, además de arremeter con todo contra el rival, a quien, según reconoció Correa, AP consideraba el candidato más fácil de batir en la segunda vuelta, por su relación con la banca y con gobiernos anteriores? ¿Realmente creen que alcanzará?
La principal pregunta es si Correa piensa ponerse al frente de la campaña pese a no ser el candidato, como ya empieza a hacerlo, y no dejar que Moreno tome su espacio.
Olvidar que esta, la de la segunda vuelta, es la campaña de Moreno, puede ser un error fatal.
El miércoles, Correa dijo que es hora de pasar del príncipe guerrero al Rey sabio, refiriéndose a él y a Moreno, respectivamente. Y que ahora se librará la batalla de Stalingrado entre la izquierda y la derecha. La verdad es que AP tendría mayor oportunidad si dejara que se librara la batalla de ‘Leningrado’.