Los medios tendrán que aprovechar esta coyuntura del juego de ley del hielo, que, lejos de todos los principios de la vida democrática, ha propuesto jugar el Gobierno. Sí. Puede ser un ejercicio interesante para el periodismo. Un reto nuevo. Una oportunidad.
Tal vez esto obligue a repensar el oficio para que los medios dejen de ser eco del poder. Tal vez así muchos periodistas dejen de correr tras las declaraciones de los funcionarios públicos y plantar sus micrófonos en las ruedas de prensa. Tal vez ahora sí dejen de darle titulares a las declaraciones sabatinas los tres días que le siguen. Tal vez así dejen, también, de victimizarse por los ataques cotidianos y hacer noticia diaria de su desgracia.
Hasta hoy, ha marcado la agenda de medios, el Gobierno. Como buen director de orquesta, el Presidente ha tomado la batuta de la prensa. Todo lo que ha dicho la voz cantante ha sido noticia. Si dice verde, el titular es verde. Si dice rojo, el titular es rojo. Si va a un hospital y lo encuentra en mal estado, la prensa le sigue y habla días enteros de la crisis hospitalaria como si descubriera, en ese momento, que la salud del país ha estado enferma. Si va a una
invasión, la primera plana durante varios días se vuelven las invasiones aunque nunca más se hable de ellas. Y así, sucesivamente.
Tal vez ahora el periodismo replantee la forma de hacer sus noticias. Trabaje agendas propias. Y pueda actuar más libremente en sus investigaciones, sin atarse a las declaraciones oficiales. Tal vez así pueda acercarse más a la gente, a los problemas cotidianos, y alejarse de las noticias generadas por las instituciones públicas, los boletines de prensa de copiar y pegar. Tal vez así puedan ver, más allá de lo que diga el poder, y encontrar otras fuentes de información que no sean las mismas fuentes oficiales, los mismos entrevistados de siempre, las declaraciones, la retórica, los discursos. Y aparezcan en las primeras planas los temas de la sociedad y no solo los temas de la política.
Al mal tiempo habrá que ponerle buena cara. Si la prensa quiere, ganará tiempo para investigar seriamente los miles de temas que no se tratan en el país. Para reportear a fondo. Para corregir errores. Para buscar otras voces y para acercar a la gente a tan desprestigiada empresa. Tal vez así tenga más tiempo para hacer su tarea con más rigor, con espacios para la reflexión y el debate, lejos del vértigo informativo venido desde el poder que hace que saltemos y giremos, como en un carrusel sin fin, de un tema a otro, sin posibilidad de seguimiento alguno.
Y si las preguntas que se haga la prensa, quedaran sin respuesta, la sociedad misma será la que reclame el silencio oficial, la que pida transparencia y claridad, la que pida cuentas a sus gobernantes.
maguirre@elcomercio.org