Una mirada superficial de la precaria situación política nacional, podría suponer que la radicalización gubernamental está en la descalificación, insultos y aun en la terquedad de imponer un diálogo manipulado, para bajar tensiones y lograr la aplicación de las leyes de la herencia y de plusvalía retiradas temporalmente.
Con un poco más de profundidad, se puede ver un afán de persuadir a la población sobre esas leyes, paralelamente con las enmiendas constitucionales, que en definitiva son el verdadero objetivo político. Perpetuidad en el poder, sin fiscalización y con FF.AA. empleándose en forma discrecional en el orden público.
Pero la “radicalización de la Revolución” en realidad fue un compromiso del gobierno al iniciarse en su tercer periodo en el 2009. Se manifestó entonces que los ecuatorianos dieron un “espaldarazo” al Socialismo del Siglo XXI y un respaldo a la corriente progresista de la región, en testimonio de lo cual acompañado por el presidente Maduro de Venezuela, ofreció profundizar la “revolución ciudadana”.
Sin embargo la falta de una visión de largo plazo y de los posibles escenarios económicos, baja del precio del petróleo, fortalecimiento del dólar, ralentización de la economía de las potencias emergentes, BRICS, baja de demanda y precio en los “commodities”, contracción de la Reserva federal, tendencia a la estabilidad en Medio Oriente; es una situación económica “interméstica”, internacional y doméstica, que está afectando en forma decisiva al seudo modelo de “capitalismo de Estado”.
El Socialismo del Siglo XXI basado en el acierto de que nuestras sociedades no adolecen de riqueza sino de una mala distribución; concluye sesgadamente en dos postulados fundamentales, el Estado debe organizar, desarrollar y dirigir los medios de producción y debe también controlar el capital y la plusvalía.
Pero ante la nueva situación de penuria económica, no puede seguir siendo el actor económico dominante, emprendedor de mega proyectos y de obras de gran inversión en infraestructura.
No puede desatender a la gran burocracia aduladora que propone un saludo entre ciudadanos “buen vivir”.
Al haber desconocido la importancia del sector privado en los procesos de producción al que en los modelos socialistas se los fusiona con el sector publico o se los desestima, al igual que a la inversión extranjera, porque únicamente el estado es el generador de riqueza.
Se enfrena a problemas de acumulación de capital que asimismo se lo sataniza cuando son privados; mientras que a los fondos como los del Feirep se los elimina, y paradójica y demagógicamente se trata de redistribuir la riqueza no creada. La única opción es entonces optar por dejar de pagar al IESS, controlar los fondos de pensiones de jubilación, hipotecar el oro, endeudar a varias generaciones de ecuatorianos.
Bakumin decía, “la organización y gobierno de la sociedad por sabios socialistas es el peor de los gobiernos despóticos”.