Seguramente los resul tados electorales generarán lamentos, sin embargo, no resulta muy difícil determinar a los responsables del 57 por ciento, porcentaje con el que según el CNE ganaría las elecciones presidenciales, el candidato-Presidente, aquí algunos elementos: En primer lugar los candidatos, que con pleno conocimiento de la aceptación del candidato-Presidente, impusieron sus intereses personales y de grupo a los intereses nacionales, demostrando que pesan más la avidez y codicia de poder antes que la lucha unificada por los principios y derechos que reclama una parte importante del país y que debería ser convicción de cada uno de ellos. Cómo no es posible que la clase política ecuatoriana sea capaz de reproducir, al menos, el ejemplo del pueblo venezolano, que en una actitud cívica y de demostración de madurez política se despojó de sus banderas partidistas para luchar por la bandera nacional; que hoy entonces no se rasguen las vestiduras aquellos políticos, cuya votación da pena y vergüenza, que no vuelvan a presentarse como candidatos porque han demostrado no solo mezquindad, sino pobreza de espíritu. Bien por los candidatos de los dos movimientos que han demostrado votaciones importantes y su compromiso de seguir en la lucha y oposición constructiva.
En segundo lugar, si bien el analfabetismo en sentido estricto ha disminuido, un problema real del país de ahora es el analfabetismo funcional, es decir, la incapacidad de los ciudadanos para desarrollar sus capacidades más allá de la simple lectura o escritura, la incapacidad de diferenciar lo simple de lo trascendente, lo secundario de lo principal, por ello se ha magnificado tanto la construcción de infraestructura, frente a la carencia de libertades, la gestión gubernamental frente al trabajo como actividad inherente a la función pública y la permisividad frente a delitos, como el plagio académico. Es verdad que hay un descenso de la pobreza, pero de la pobreza de ingreso, mientras la pobreza cultural aumenta, por ello aumentan los beneficiarios del bono y los accidentes en las carreteras, porque hay más autos en respuesta al aumento de la liquidez, pero más muertos, por la irresponsabilidad de sus conductores.
Vivimos aún de paradigmas, derecha frente a izquierda, banca frente a pueblo, como si los membretes o profesiones fueran perversos per se, nos falta mucho que aprender, creemos vivir en democracia, por el solo hecho de concurrir -obligados- a las urnas, sin reparar en que la verdadera democracia consiste en la libertad que ostentan los miembros de una sociedad y que la titularidad del poder debe ser participativa e incluyente, sin vicios de radicalidad y fanatismo.