Columnista invitado
Nadie puede dejar de conmoverse, con la imagen desoladora del niño sirio Aylan, desfallecido y arrojado por las olas en la playa de Turquía,al igual que cientos de náufragos en su desaforada emigración para llegar a los países otrora coloniales que sí han logrado su desarrollo social y económico.
Pero al mismo tiempo no es suficiente afincar responsabilidades en las crueldades del Estado Islámico de Iraq y el Levante, EIIL, ligado con el Boko Haram, ni a los 30 países que en coalición buscan frenar el avance de la conformación del nuevo califato.
Porque no existe una estrategia europea para los refugiados, ni es beneficioso únicamente quedarse en el reconocimiento de los factores que impulsan los desplazamientos y los refugiados, como son la lucha étnica religiosa, la pobreza, la exclusión y frustración ante gobiernos corruptos que se eternizan en el poder aunque “democráticamente” hayan elegido su destino.
En su debida oportunidad, la ONU condenó las violaciones a los derechos humanos de Siria y exigió una transición democrática sin dilación. La Liga Árabe presentó un proyecto de sanciones y pidió conformar una fuerza de paz conjunta (Escalada Siria, EL COMERCIO 25, febrero, 2012).
Sin embargo, mediante el veto de Rusia y de China, en el Consejo Permanente de Seguridad de las Naciones Unidas, se anuló una intervención militar, que tenía respaldo en la resolución de la ONU 2005, con la responsabilidad para proteger a las personas. Si bien es cierto que los resultados con una intervención militar podrían haber sido perjudiciales, como se pudo observar en Libia; la presencia de Cascos Azules habría evitado en la actualidad la necesidad de emplear ataques aéreos por parte de los países europeos, americanos y de la región.
Más aún: replantear la propuesta de Cascos Azules, esta vez con predominancia rusa, sería repetir la situación de Georgia; ya que como entonces habrá el compromiso de dar seguridad a la infraestructura de Siria por sus acuerdos firmados, pero lo que en realidad busca Rusia es proteger su base naval de Tartus, en el Mediterráneo, de gran significado estratégico por su conexión con la base naval de Sebastopol , en Crimea, de reciente anexión en el mar Negro, con lo cual se asegura un corredor geopolítico irrenunciable.
Mientras tanto, el pertinaz empleo de armas pesadas y químicas del Gobierno sirio escamotea el acuerdo logrado por la diplomacia rusa con el cual se impidió la aplicación de la disuasión ofensiva mediante un ataque misilístico por parte de los Estados Unidos.
Ahora Francia, mientras realiza reconocimientos aéreos en Siria, para futuros ataques a puestos de mando del EIIL, apuesta por una solución política con los países del Golfo, Rusia, Irán y los países de la coalición. Entonces, decir que Siria, independiente y soberana, debe buscar la solución a sus propios problemas es un artilugio para atender otros intereses.