Más allá del resultado del domingo, el lunes será el primer día de una realidad política distinta a la de este primer tiempo del Gobierno de Lenín Moreno.
Es importante no sembrar ilusiones. El país seguirá con sus problemas a cuestas en ámbitos como el económico y el social. La falta de empleo digno y el empleo informal (inadecuado, dice el eufemismo de este tiempo) es carga pesada que, como siempre, llevan los más pobres de los pobres.
Pero allí si es indispensable el nuevo impulso que los líderes políticos, sociales y empresariales quieran y puedan dar.
Vivimos un primer tramo -desde el 24 de mayo al 4 de febrero- donde los escándalos de corrupción afloraron, altos cargos están tras las rejas, hay condenas, juicios en curso y muchos otros expedientes por desempolvarse o abrirse, el país pidió un baño de verdad indispensable. Para muchos una catarsis, para otros, una sed de venganza que no hace nada bien – aun cuando se entienda -que jamás hay que emprenderlo para que la verdadera justicia termine brillando.
Los retos que llegan son múltiples. En el plano político el Gobierno debe consolidar su equipo, acaso hacer algunos cambios más para mostrar liderazgo, experiencia y conocimiento en áreas específicas que den una señal al país y al mundo de que algo está cambiando en el Ecuador.
Otro aspecto fundamental del inicio de este segundo tiempo está en la Asamblea. Por múltiples razones el ente político por naturaleza se ha visto paralizado, perplejo, se diría ante el vértigo de ciertos cambios. La fiscalización perezosa debe terminar de despertar. El punto de quiebre del movimiento que fue mayoritario y que derivó en la escisión, debe asimilarse. El bloque cercano al Presidente tiene opciones de demostrar sus afanes de cambiar conductas del pasado. Los disidentes tienen varios caminos.
Todos ellos pasan por interpretar el nuevo momento y saber sintonizar con el mensaje de las urnas. Igual fórmula han de aplicar los partidarios de Moreno.
Frente al extraño fenómeno experimentado en estos meses de un movimiento que ha sido a la vez gobierno y oposición, a la otra oposición dispersa políticamente le corresponde asumir su rol de modo definitivo, con responsabilidad y ciertas alianzas puntuales, ya que más allá de algunas voces aisladas, valientes- casi siempre femeninas-hay mucho trabajo por hacer por el bien del país y para ello se requiere del concurso de la diversidad política e ideológica del mapa nacional.
Y además, el reto fundamental es consolidar el liderazgo presidencial con el nuevo estilo del diálogo, para proponer cambios en el rumbo de la economía, para buscar crecimiento, garantizar la inversión extranjera,ampliar las exportaciones y los horizontes de nuestros productos. Gastar menos y en lo indispensable para nuestro desarrollo y fomentar la creación de empleo. Solo creando riqueza se cumplirá con la meta social cuya impronta aspira a dejar el Presidente como huella de su mandato.