Los resultados arrojados el día domingo en las urnas, marcan un cambio de lo que habíamos visto en la historia reciente. El movimiento político de Gobierno ha sufrido un revés en los comicios en que se elegían autoridades locales, cuando a lo largo de los últimos años habían cosechado importantes triunfos electorales. Más allá de las cantidades de alcaldías y prefecturas que sigan en manos del grupo de Gobierno, que al parecer las primeras será un número notablemente inferior a las que tenían, el hecho cierto es que no alcanzaron resultados favorables allí donde más energía y empeño pusieron: las alcaldías de las dos principales ciudades del país. La del Puerto Principal continuará en manos de quien se había convertido en el ícono a derrotar y la de la capital el electorado la entregó a un postulante joven, con un discurso nuevo, que sorpresivamente fue ganando espacio hasta alzarse con la victoria. Hay varios puntos que se merece destacar. El que más llama la atención es cómo, según lo señalan las mediciones electorales realizadas con anterioridad, una intención de voto puede desplomarse en apenas 15 días. ¿Cuáles fueron las causas que realmente influyeron? ¿Cansancio del electorado? ¿Fallas de campaña o exceso de confianza? Lo objetivo es que ni el más acucioso observador político se hubiera podido atrever a pronosticar una pérdida del candidato oficialista en la capital con una diferencia de casi el 20%. Sin embargo sucedió .
Esto pone de relieve la fragilidad de cualquier proyecto político. Quizás, entre líneas, se puede colegir de las palabras oficiales una cierta preocupación antes inexistente. Con lo sucedido se evidencia que, más allá del líder principal, escasean los cuadros con capacidad de mantener la alta adhesión en las urnas de la que ha gozado el Primer Mandatario. No sería extraño que empiecen a escucharse voces que planteen la reforma a la Constitución para permitir la reelección indefinida, pese a que se ha escuchado de palabras del Presidente que éste será su último período. Pero habrá que considerar que ese pronunciamiento fue hecho en otro escenario.
Muy pronto se dilucidará la ruta que opten por seguir. El hecho es que lo sucedido plantea interrogantes de difícil respuesta y que, sin lugar a dudas, amerita una lectura minuciosa de parte de todos los actores políticos de cara a los nuevos desafíos electorales por venir. El tiempo pasa rápido y serán necesarias definiciones que sin duda marcarán el futuro inmediato del país.
Por lo pronto habrá que esperar que las nuevas autoridades elegidas puedan trabajar en armonía con el poder político central, dejando de lado cualquier tipo de recelos mutuos, enfocándose cada uno en servir a las comunidades que les han dado su voto de confianza. Se vuelve imperioso que no se repitan los errores de los antecesores que, considerándose poseedores de la verdad absoluta, pensaban que la crítica es sinónimo de intenciones desestabilizadoras. Ahora les sobrará tiempo para reflexionar.