En vez de festejar que la nueva reforma tributaria vaya a disminuir las ganancias de los banqueros, deberíamos pensar en algo más importante: en el efecto que esas medidas pudieran tener sobre los clientes de los bancos y la economía en general.
Afectar las utilidades de una compañía equivale a mermar su fuente natural de financiamiento. La empresa que no pueda usar todos sus recursos propios tendrá dificultades no sólo para capitalizarse sino también para endeudarse, pues pocos querrán prestarle dinero si es que tiene una débil posición patrimonial.
Por esta razón, afectar las ganancias de una empresa significa limitar sus posibilidades de acceder a dinero fresco y perjudicar sus opciones de crecimiento.
Es precisamente lo que sucederá con la banca local, algo que debería preocuparnos a todos los ecuatorianos pues –por mucho que les pese a algunos– aquel sector cumple un rol crucial para el desarrollo económico: la producción de capital.
Producir capital no sólo significa tomar el ahorro de una persona y convertirlo en crédito para otra. La producción de capital tiene que ver, sobre todo, con la consolidación de los derechos de propiedad de las personas, es decir con la posibilidad de que alguien obtenga dinero –mediante deuda o acciones– utilizando como colateral los bienes que posea.
Un sector importante del país, el denominado informal, tiene una riqueza significativa que no ha sido capaz de explotar en su totalidad porque sus miembros no han podido presentar los instrumentos legales –títulos, escrituras, contratos, certificaciones– que les acrediten como genuinos poseedores de un terreno, un local comercial o, incluso, un producto o una marca.
Durante los últimos años, miles de pequeños empresarios obtuvieron un RUC y legalizaron sus propiedades –muchas veces venciendo obstáculos verdaderamente kafkianos– incentivados por la posibilidad de acceder a los servicios que un sector financiero vigoroso estaba dispuesto a darles.
Gracias a ello obtuvieron un préstamo para comprar maquinaria o empezaron a vender sus productos con tarjetas de crédito. Son avances que les permitirá especializarse porque podrán hacer negocios con mercados más grandes y ya no solo con los circunscritos a su localidad. A su vez, esa especialización les hará ganar en productividad y rentabilidad, dos ingredientes indispensables para salir de la pobreza.
Si se limita la posibilidad de crecimiento de la banca, estos sectores económicos emergentes serán perjudicados y la producción de capital se reducirá en el país. ¿Queremos eliminar la desigualdad en el Ecuador? Entonces pensemos mejor las reformas que necesita la economía en vez de regodearnos porque a alguien se le despoja de su ganancia.