Apenas estrenado el año, el domingo anterior se recogió un pungente síntoma de lo paradójico, lo irónico y hasta lo insólito que puede resultar este 2013.
Así se advirtió en el agudo contraste del ‘Rincón del vago’ por una parte, que registra 21 millones de visitas cada mes, y de otra parte las exiguos 120 ejemplares de Primicias de la Cultura de Quito, el periódico escrito por Eugenio de Espejo, cuyo primer número salió a distribuirse el 5 de enero de 1792, reconocido a partir de entonces como el día del periodismo nacional.
La súbita popularidad del ‘Rincón del vago’ derivó de las indagaciones que han comenzado a practicarse en torno de las denuncias de plagio que preocupan a la imagen del candidato vicepresidencial de Correa, el ingeniero Jorge Glass, su tesis y la graduación en la Escuela Politécnica del Litoral, la prestigiosa Espol.
En medio del intríngulis, lo único que se muestra claro es la necesidad de apelar a las mejores energías del país y a los valores de la nacionalidad. Así por ejemplo, es evidente que allí está ubicado el general Solón Espinosa Ayala. El constituye un referente imprescindible. No solo ciertamente por el desempeño de meritorios servicios a la nación en otras tareas previas, sino principalmente por la tenaz campaña que desenvuelve cotidianamente –junto con su esposa– contra la terrible amenaza del cáncer, al comando de la Sociedad que lucha contra el gravísimo flagelo y de su hospital de Quito, ejemplo para muchos otros institutos nacionales, gracias a la rigurosa disciplina, la vocación de servicio.
Cuando se busca otro ejemplo de consagrada dedicación, en este caso a la exigente faena de la cultura, resulta un nombre forzoso el de Hernán Rodríguez Castelo. Profesor eminente a quien centenares o inclusive miles de alumnas y alumnos deben su formación, y su acceso hasta el maravilloso mundo de la lectura reflexiva, ha escrito Rodríguez más de cien títulos y desde hace varios años brega con el denuedo, la constancia y la imparcialidad que le son característicos, respecto de su gigantesca y tal vez definitoria obra, es decir una historia general de la literatura ecuatoriana, pero aún tiene largo camino por recorrer.
Con admirables dosis de serenidad, equilibrio e inalterable confianza en el país y el periodismo, Guadalupe Mantilla de Acquaviva, encarna la cuarta generación de su familia que está al frente de EL COMERCIO. Tal como lo destacó el editorial de aniversario, puede ufanarse de haber mantenido los principios de independencia y el ánimo siempre listo para enfrentar los desafíos de la tecnología y los nuevos tiempos.
Y para que no falte un símbolo de la parcela oficialista, bien puede incluírsele a Lenín Moreno Garcés. Él ha significado una superlativa revelación, sobre todo por su actuante preocupación hacia los olvidados de la atención ciudadana y él se negó bravamente a las presiones de quienes le planteaban la papeleta de la reelección.