La dispersión, alentada por la falta de acuerdos entre los principales líderes políticos en Pachakutik, amenaza con disolver ese movimiento.
La etapa preelectoral ha hecho más evidente las dos posiciones marcadas que los contraponen. Una es más pragmática y la encarnan el prefecto de Morona Santiago, Marcelo Chumpí y Salvador Quishpe, de Zamora Chinchipe.
Quieren ganar las elecciones con alianzas que vayan más allá de las organizaciones de centro-izquierda y con la selección de los mejores candidatos para no quedarse fuera de la lid electoral. Figuras que se elijan no solo en función del respaldo interno del movimiento, sino también de la intención de voto de la ciudadanía.
La otra posición es más ideológica y la encargan líderes como Jorge Herrera, presidente de la Conaie y Carlos Pérez Guartambel, de la Ecuarrunari. Se niegan a pactar con organizaciones de la centro-derecha y no descartan, si es necesario, ir a la contienda electoral con candidatos propios. Más cuando ven que la alianza con el Acuerdo Nacional por el Cambio se estanca.
El ir en solitario puede ser un riesgo porque si no se consigue los votos suficientes que exige la Ley (4% del padrón electoral) perderá su personería jurídica y quedará fuera. Pero tampoco puede hacer eco total del plan de la centro-derecha, porque eso implicaría irse contra el principio que formó y le dio valor a Pachakutik. Hay que recordar que apareció en 1990 como un contrapeso a partidos como Democracia Popular y el Partido Social Cristiano o ID, que gobernaba.
Se lo vio como un referente de inclusión de los actores políticos con pensamiento de corte más social. Si Pachakutik no logra converger las posiciones que por ahora separan a los dirigentes indígenas -en un plan político a corto y largo plazo para tener presencia en las elecciones y fortalecer sus bases- podríamos ser testigos del deceso de ese proyecto político. ¡No desaparezcan a Pachakutik¡