Los distintos grupos de oposición no deben frustrarse por cómo terminó la cita de Pachakutik, la semana anterior, donde las diferencias al interior de esa agrupación malograron la primera reunión para hablar de una unidad política.Conforme pasen los meses, las fuerzas y sus líderes tomarán posiciones y se sabrá a quiénes realmente les entusiasma una plataforma convergente. Es necesario un poco más de tiempo.
El problema se centra, por ahora, en las dos visiones que proyecta el movimiento Pachakutik. La una, más abierta a un diálogo fluido con todas las fuerzas de oposición, y la otra, muy reticente a hacerlo.
Quienes aún miran al movimiento indígena como el color más puro del arcoíris político apoyarán a Carlos Pérez Guartambel, presidente de la Ecuarunari, cuando señala que solo le interesa hablar con la izquierda dura y (¿eufemismos?) el centro izquierda. El resto debe ser excluido.
Pero si Pachakutik pliega al mensaje de este dirigente indígena, su plan electoral estará nuevamente condenado al fracaso. Luego de la ruptura con Lucio Gutiérrez, la agrupación de la lista 18 ha tenido bajísimas votaciones a escala nacional. 2,6% con Luis Macas en el 2006 y en el Congreso captó seis de 100 escaños. En el 2009, Pachakutik no tuvo candidato presidencial y solo ganó cuatro de los 124 puestos en la Asamblea. Durante el 2013, la llamada Unidad de las Izquierdas con Alberto Acosta tuvo 3,26% de respaldo y solo 5 de 137 curules.
¿Es necesario que Pérez Guartambel insista en un tercer naufragio? ¿Se puede tener influencia nacional con esta votación?
La apertura a una alianza tampoco pasa por un sí a regañadientes. El esfuerzo debe ser ideológico. Recordar la traición perpetua a los indígenas o no tener respuestas realistas ante la crisis, como fortalecer el papel de la empresa privada o abrirse a los mercados internacionales, es fallarle al país. Pachakutik debe recuperar la fuerza que forjó en los 90, pero tiene que actualizar su pensamiento.