Para los Estados Unidos, la superpotencia cuyas fronteras de desarrollo en ciencias y tecnologías avizoran conquistas que caben tan solo en la imaginación, resultan asuntos vitales aquellos que se relacionan con la seguridad nacional. De ahí que entra dentro de lo explicable que quien llega a la Presidencia, y asume una responsabilidad extrema, es citado a una reunión confidencial en la que los científicos más connotados y los comandantes de las Fuerzas Armadas ponen en su conocimiento el hasta dónde se ha llegado y qué es lo que se piensa alcanzar en un futuro previsible. Al nuevo titular de la Casa Blanca no le quedará otra opción que continuar políticas de Estado así comprendidas por republicanos y demócratas.
No es para menos. Los descubrimientos sobre el funcionamiento de la corteza cerebral y el genoma de los humanos, llevan a la posibilidad de que en un futuro no lejano el país sea habitado y dirigido por ‘superhombres’, en algo similares a quienes con los antibióticos y vacunas derrotaron a las enfermedades infectocontagiosas, en tanto que en los desventurados países subdesarrollados las epidemias continuaban siendo azotes de efectos apocalípticos. Ni qué decir tiene que si hoy las FF.AA. norteamericanas son poderosas, al paso que van serán imbatibles. Hasta tanto se cuente con fuentes de energías alternativas altamente desarrolladas, el señor Presidente debe estar claro que sin petróleo en grandes cantidades comenzaría a paralizarse la gigantesca maquinaria industrial que de mil maneras contribuye a mantener a ritmo acelerado las investigaciones científicas y los adelantos tecnológicos al servicio de aquel futuro norteamericano, en el cual cabe también, sin exceso de optimismo, la conquista de algún planeta aprovechable.
Patrañas y dobles discursos de por medio, lo cierto es que el petróleo de Iraq y Libia les era vital a los Estados Unidos. Como complemento, una demostración de poder: Hussein y Gadaffi se quedaron íngrimos, perseguidos por cohetes que les seguían los pasos: el primero, escondido en un sótano de una casa de mala muerte; el segundo, en el tubo de una alcantarilla. Con Venezuela, todo claro: o nos continúan enviando el petróleo o se atienen a las consecuencias, independientemente de que continúen o no despotricando contra el Imperio.
Pese a tanto poderío, Estados Unidos un país vulnerable. Lo de las Torres Gemelas, como para que todo un pueblo se vuelva paranoico. Un fiasco mayúsculo, trágico, el de la CIA con sus métodos caducos. Que la Agencia de Seguridad Nacional se encargue de interceptar las comunicaciones de todo el mundo, iniciándose así la invasión cibernética. Desprevenidos, nunca más. En el país vulnerable, un agente de tal Agencia filtra documentos y los pone en conocimiento de los violados en su privacidad.