En una sociedad irritada, se pierde la noción de lo perverso que es confundir información con propaganda que toma la media verdad -o cuarta de esta- para presentarla como “la verdad”. Los ciudadanos se alinean en favor o en contra, por conveniencia o por indignación.
Sucede con las sabatinas presidenciales en el Ecuador.
De un lado, la versión del gobernante de un país que se autodeclara admirado por la comunidad internacional, a lo que suma la agresividad contra los que piensan o se pronuncian en forma diferente o piden públicamente algo que le molesta. Del otro lado, los opositores del cuestionamiento, pasan a la sátira y la ridiculización.
En temas que deben manejarse seriamente como el estado de pagos del Fisco, para el Presidente, solucionándose; para otros, el Gobierno es moroso en todos sus pagos, no se acredita lo que se le debe a otras entidades del sector público, con pretextos o sin estos, ni se le paga a los contratistas, lo que traslada la mora a otros sectores.
O, la calidad de la salud por los prestadores del sector público, para el gobierno modelo; para los críticos falta de todo. Una frase es terrible “los que se mueren por cáncer – o por otras enfermedades graves o terminales- lo hacen por su dolencia, no por falta de recursos”, cuando el problema está en que no se proveen los recursos para medios de diagnóstico ni para los tratamientos.
En seguridad, para el gobierno, el país está próximo a ser el más seguro de la región –sólo superado por Chile o Uruguay-, en los hechos se multiplican los delitos y con mayor violencia, paso de drogas, microtráfico, homicidios y sicariato.
Y así podría analizarse los segmentos de educación, producción, alimentación y otros.
También en lo vanal. Muy bien que se promueva el turismo. El Presidente anuncia que en abril viajará a New York y Chicago para presentar el corto de un minuto y treinta y seis segundos denominado “The Royal Tour”, en que él es actor-protagonista, con el productor del espacio Peter Greenberg, quien entrevistado señala que es el séptimo programa similar, los anteriores con el Rey de Jordania –quizás la razón del nombre- y otros cinco gobernantes. Para el Presidente y su entorno se justifican los costos. Para los críticos, sólo expresión de vanidad.
Y no entremos –por ahora- al tema de la corrupción. Para el Presidente Correa sobran los diez dedos de las manos, para contar los casos imputables al actual gobierno. El asambleísta Osvaldo Larriva –expulsado del movimiento PAIS, semanas atrás- ha expresado que todo huele a corrupción, el Contralor señala que está prohibido singularizar casos, pero que son cientos de casos de indicios de responsabilidad penal, aun por procesar en la Fiscalía. ¿A quién se le cree?
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