Carmen Cadena piensa en grande. Y lo que es más, trabaja en grande. Se ha dedicado, en una de las dimensiones de su labor estética, a producir la más ambiciosa serie de murales sobre la historia de nuestra Patria. Lo ha logrado de manera notable.
Sus murales cubren diez mil años de vida de la gente en nuestras tierras, que ahora son la República del Ecuador. Su preocupación principal no ha sido, desde luego, la rigurosidad de las imágenes o de los tiempos, sino el mensaje que permite percibir el proceso de construcción de la nación ecuatoriana.
Una secuencia de sus trabajos se presentó por el Bicentenario en el claustro de San Agustín. La exposición fue muy exitosa y consagró a la autora. Pero no logró mover a las autoridades de la Cultura para que compraran la colección y la instalaran en alguno de los escenarios de la ciudad. Según cuenta la artista, horas de horas de trámites, cientos de papeles, montones de ofrecimientos solo han desembocado en la frustración y ahora tendrá que trasladar sus monumentales obras a otra parte porque San Agustín está siendo restaurado.
Carmita logra conjugar en su obra dos elementos que los historiadores pensamos son fundamentales en nuestro pasado, pero que muy difícilmente pueden percibirse en las visiones corrientes de él, y quizá menos en el arte. Por una parte, el protagonismo colectivo de las masas, de ese pueblo que hace la historia, a veces desde el anonimato. Por otra parte, la acción de las personas que, sin determinar los procesos, les dan un sesgo específico.
Es así como vemos en sus murales a los primeros habitantes, a los trabajadores, junto con Espejo y Alfaro; sin la omisión, no por repetida antes menos grave, de las mujeres, a las que la artista les reconoce un espacio amplio en su visión del pasado.
Desde luego que el conjunto de murales tiene limitaciones. Es artística e historiográficamente desigual. Hay varios de ellos que son obras de verdadera nota. Otros, en cambio, son bastante menos logrados en términos estéticos. Algunos tienen un mensaje profundo y complejo. Muchos expresan una visión más bien simple de nuestro pasado y nuestra realidad.
La obra de los artistas es casi siempre desigual, incluso en varios de los grandes maestros. En este caso, de todas maneras; apreciándolo en conjunto, no debe perderse de vista la originalidad del esfuerzo y sobre todo su magnitud. Por ello es importante que las autoridades se preocupen de adquirir la colección y, sobre todo, de buscarle un sitio en la que pueda ser apreciada por la gente.
Cuando la serie de murales queden definitivamente expuestos al público, pasarán a ser parte de nuestro patrimonio artístico reconocido, pero también los veremos como una expresión de nuestra identidad y del camino que hemos recorrido para formar y mantener eso que llamamos Patria.