Francisco, el papa latinoamericano, se apresta a hacer su primera visita a tres países sudamericanos: Ecuador, Paraguay y Bolivia.
Aunque mucho se insiste en el signo pastoral de la visita, es innegable que el aspecto político estará rondando, especialmente en este país tristemente polarizado.
La separación de la Iglesia del Estado y la proclama del Estado laico parecen haber sido escondidos en el armario de la historia para procurar, desde la visión oficial y con la consideración de visita de Estado – no olvidemos que el Obispo de Roma es, a su vez jefe del Estado Vaticano – , enlazar en la trama de la propaganda oficial la imagen y carisma del Santo Padre.
Aun cuando atrás quedaron las intromisiones seculares de los pontífices con el poder temporal y su innegable influencia y hasta dominio político, la Iglesia fue tomando giros sustanciales.
El capítulo del papa Juan Pablo II y sus posturas fuertes fueron claves del fin de la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y el fin del poder del Partido Comunista en los países de la órbita soviética.
Hoy el momento es distinto en el mundo. El tono del papa Francisco cambió el oropel y el boato de las ceremonias vaticanas por un manto de sencillez. El cardenal Jorge Mario Bergoglio comprometió su vida con los pobres y su signo sencillo le acompañó en su vida pastoral. Como Papa no cambia.
Hablar del mensaje papal es importante y durante este tiempo la paz ha sido un motivo de fuertes pronunciamientos del Papa. Y hablar de paz en tiempos convulsos es, sin lugar a dudas, un mensaje político.
Cuando se habla de libertades en tiempos de libertad conculcada se habla de un hondo sentido humano, pero se habla de un tema político también.
Cuando se alude a los derechos humanos, se trata de un valor universal pero también de una condición de la vida política, más aún cuando se los han violado en especial allá donde se los atropella desde el Estado. Es, inevitablemente, otro tema político.
Si se habla de justicia social, su objetivo es altamente político, aun cuando su género humano esté en el trasfondo.
Cuando se menciona la equidad, es un aspecto humano, su búsqueda es un bien superior que toca la estructura política.
Como ocurrió en la reciente encíclica pontifical de la naturaleza, se privilegia su respeto y equilibrio. Es innegable que el aspecto humano debiera suponerse en armonía con el planeta y que esa destrucción inmisericorde cese para preservar la casa mayor del ser humano. Este es otro aspecto que toca la política y son las decisiones políticas y el desarrollo los que muchas veces hieren y destruyen la naturaleza.
Más allá del objeto pastoral, la visita del Papa llega en un entorno y la atmósfera que hoy domina al Ecuador y lo divide.
El mensajero de paz que es el papa Francisco debiera tocar las fibras íntimas de un país que se quiere dividir para reinar, aun por encima de una tregua que la Iglesia pide: una semilla regada en tierra árida.