Está de boga hablar de las salvaguardias (“4. Custodia, amparo, garantía”, según el Diccionario de la Lengua Española), y me referiré a este tema. Comienzo recordando que desde 2009 este Gobierno las viene aplicando. En ese año restringió la importación de 647 subpartidas arancelarias. No escribiré de las restricciones entre 2010 y 2014, pero en enero pasado el gobernante estableció salvaguardias a los productos de Colombia y Perú. El viernes anterior las dejó sin efecto y fijó derechos adicionales a 2 800 partidas arancelarias. Al haber incrementado las tarifas arancelarias y, consecuentemente el IVA, el precio de los productos importados será mayor al de hace unos días. La inflación subirá y los ruegos de las autoridades de no elevar los precios, suenan bien, pero son imposibles de acatar. La solución, entonces, será la de no importar, así la inflación no aumenta ni las divisas salen de Ecuador… pero las perchas en los supermercados empezarán a descongestionarse.
La Resolución 011-2015 del Comité de Comercio Exterior, Comex, impone nuevos aranceles a determinados productos importados. El incremento de los aranceles oscila entre el 5% para bienes de capital y materias primas no esenciales, hasta el 45% para bienes de consumo final como televisores, electrodomésticos.
Veamos a qué productos (partidas) se ha incrementado el arancel para la importación. En un 5% para “electrificaciones de cercas”, herramientas de jardinería y agricultura, perlas, esmeraldas, rubíes.
¿Cuánto van a recaudar por este arancel y cuántas divisas no saldrán del país? Se creó una salvaguardia del 15% para bicicletas, llantas, parlantes, máquinas para amasar cemento, cajeros automáticos, puertas y ventanas. Es decir, la reducción de pagos al exterior por la compra de estos bienes, tampoco será mayor. Más será el daño de la imagen de Ecuador, que el beneficio que se obtenga.
En el rango del 45% de aranceles que el Gobierno ha impuesto a algunos productos, se tiene a los jugos, condimentos, juguetes, muebles, frutas, tabaco. Esto va a generar que en ciertos bienes, el contrabando se incremente en perjuicio de la industria nacional.
Internacionalmente, quedamos mal al imponer aranceles a productos elaborados en otros países, a los cuales los nuestros ingresan con tasas casi cero o cero. Los reclamos de los presidentes de “derecha” o “socialistas” no se harán esperar.
El libre comercio sigue siendo una pésima palabra para un grupúsculo de autoridades designadas por el economista Correa.
Las autoridades supieron gastar a manos llenas el dinero de la abundancia, desconocen administrar la pobreza, y solo utilizan las palabras “restringir”, “prohibir”, “controlar”, “sancionar”, como política económica.
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