Quito, la ciudad que me enamoró desde que nací, de la que fui guía turística en mi juventud y a la que serví más tarde con mucho orgullo como concejal, se felicita, según los tuits del alcalde Rodas, por el reconocimiento en la competencia turística.
El ‘Oscar’ del turismo en algunas categorías nos ayudaría inmensamente para ser un destino que valga lo que cuesta y para que, además, los turistas que llegan se conviertan en nuestros embajadores. En este, como en otros casos, los votos no bastan aún cuando se gane; ‘Destino Líder’ es un título serio, que nos obliga a ser lo que nos llaman. Sus históricos edificios, paisajes y su gente no responden a obras de las autoridades locales. Su real atractivo está representado en las Zonas Especiales Turísticas (ZET) del Centro Histórico y de La Mariscal.
Pero la segunda ZET -recuperada a gran costo, para proveer el aspecto lúdico de la ciudad, además de respetar otros edificios patrimoniales, en un ambiente tranquilo, agradable y seguro- se luce justo por lo contrario: por el descuido por parte de las autoridades locales. Y en ninguna de las dos zonas, no sale bien librado la autoridad responsable de controlar y evitar la venta y consumo de alcohol y drogas. Ambos fluyen libremente, sin importar la edad del usuario. No hay horarios ni ordenanzas que se respeten. Ni hablar de la seguridad que no existe en ninguna de las dos zonas especiales, que deberían traer ganancia para la capital de los ecuatorianos, que ahora debe responder como destino líder en Latinoamérica, por tercera vez.
Ese 6% de crecimiento en turistas que vienen a Quito, respecto al mismo período de enero a septiembre del 2014, pone en el tapete preguntas claves: ¿Cuánto dejan en la ciudad?, ¿cuántos días pernoctan en Quito? Las respuestas hablarían. ¿Son turistas de paso a otros destinos, qué tipo de hoteles y restaurantes ocupan? ¿Sería mucho pedir respuestas claras?
Ni la Alcaldía ni Quito Turismo ni el ministerio del ramo se preocupan por la segunda ZET, La Mariscal, que es el complemento perfecto para el Centro Patrimonial, con sus valiosas estructuras, sus habitantes librando una lucha injusta, sin oídos ni respuestas. Allí, ya se están perdiendo el inmenso capital que la ciudad invirtió para su recuperación y la esperanza de empresarios privados que confiaban en un futuro prometedor.
Esta zona especial está en manos de nadie y las autoridades, en silencio. Todo lo antes mencionado, la droga, el alcohol y la inseguridad están exacerbados, sin importar horarios y nadie ve nada. Muchas de las hermosas casas están abandonadas. Las borracheras de estudiantes son un peligro para ellos mismos e inquietantes para los visitantes y habitantes y no hay quien se preocupe. ¿Es esta la fotografía de un Destino Turístico Líder? Ahora se antepone la obligación de las autoridades: ¿Será mucho pedir un justo rendimiento de cuentas y acción? Los habitantes e inversores de la zona se rebelan y solo piden lo que les es justo recibir, un adecuado tratamiento para su zona que es de especial interés turístico.