Para halagar al designio de “gobernar con tenientes” a las FF.AA., se quiere acelerar con paso alargado, medidas anticonstitucionales y de abuso de poder, para acabar con lo poco que van quedando de una de las instituciones de mayor credibilidad, prestigio y servicio a la nación ecuatoriana que tiene nuestro país.
Desde hace dos años se propusieron el desarme unilateral (EL COMERCIO, 11/02/ 2014), cuando al descubrir la estratagema se dijo: “En cualquier institución que se elimine el ingreso de personal a su estructura orgánica se recorte improvisadamente el personal profesional de sus cuadros y se cambien sus misiones y responsabilidad fundacionales, lo que se obtiene es otro tipo de institución”.
Se pensaba que las FF.AA. podrían ser una gendarmería o una Policía militarizada. Sin embargo, era imposible imaginar el nivel de encono instrumentado, para desde el interior de la institución y de forma inimaginable su propio representante, político y administrativo, como ministro de la Defensa, se atreva a desarrollar iniciativas para destruir lo que el país ha logrado a través de su historia, con inconmensurable esfuerzo: llegar a tener unas FF.AA. profesionales, que acrecentaron la dignidad y respeto de la nación ecuatoriana.
Aclaman defender los derechos humanos y se enorgullecen de tener a las FF.AA. como garantes de los derechos y libertades de los ciudadanos; sin embargo, mantienen a personal de oficiales y tropa sin tramitar su solicitud de baja. No se les paga sus haberes con la perversa finalidad de cambiar la ley de seguro social, para con esa manipulación legal modificar el pago de cesantías y pensiones de retiro, según su calamitoso criterio, titulado “Proceso de transición”.
El sueldo ganado por el personal militar, para la mentalidad de la revolución, jamás fue aceptado que sea propiedad privada, siempre fue del pueblo, como se ha dicho. Por lo tanto, según dijo el Ministro de Defensa en una entrevista, tiene que ser modificado, porque el riesgo de la vida de un limpiador de vidrios en el piso veinte es igual al riesgo de un general.
Así se quiere polarizar más a la sociedad y en tal virtud la economía devastada de la década debe ser solucionada a pretexto del terremoto, jugando con el dolor.
Este mismo desatino lleva a pensar en suprimir las Agregadurías Militares, confirmando el desprecio por la diplomacia de carrera y del nexo que debe existir entre diplomacia y defensa, cuando se piensa que la amistad y no los intereses debe ser un principio para la relación entre Estados.
No importa que el país quede aislado y enclaustrado en la ideología de la revolución. No importan su entrenamiento, perfeccionamiento profesional y desarrollo institucional, porque ya tenemos convenio con Bielorrusia, Venezuela y la escuela de Bolivia, antiimperialista, anticapitalista y socialista.