Son meras coincidencias que se dan en la vida, hechos como cuando un articulista de algún medio de comunicación escribe, o una persona comenta en televisión o radio algo respecto a la política que no es del agrado de quienes dirigen el país, de pronto es sorprendido con una denuncia en la Fiscalía, o con una frase altisonante expuesta por algún funcionario en contra de quien la escribió o dijo. Es mera coincidencia que en las paredes de muchas ciudades de Ecuador, se pintarrajeen con el mismo tipo de letra (que ya es conocida por muchos caminantes), frases en contra de gente que discrepa con ideas que sostiene la autoridad. Son meras coincidencias que los empleados de control de la comunicación siempre, absolutamente siempre, compartan las “sentencias” expuestas por el que sabemos los sábados y los demás días de la semana.
Escribir en las paredes de las edificaciones los llamados grafitis, en la década de los sesenta era una forma inteligente de exponer ideas y combatir con alegría políticas emitidas por el jefe de la Función Ejecutiva. En el Ecuador de estos días, las expresiones que se leen en las paredes no son más que frases burdas que tienen un fin específico: amedrentar o desprestigiar a la persona que no comparte las ideas de la autoridad. Buscan silenciar o intimidar la voz crítica de gente que con valentía expresa ideas distintas. Los grafitis de hoy son realizados por cuadrillas de personas que se ganan unos dólares, escribiendo lo que les ordena y prepara alguien cómodamente sentado tras un elegante escritorio. La gran mayoría de “grafiteros” no expresa lo que siente. Lo hacen por ganar dinero en campañas de larga duración.
Quien dirige esta campaña contra ciudadanos se olvida que este Gobierno expidió el Código Orgánico Integral Penal, que prevé como contravención, sancionada con pena privativa de la libertad, escribir frases o pintar gráficos en lugares no autorizados (artículo 393.2). Esta gente pagada nunca es detenida. Pero si un ser cualquiera expresade alguna manera su oposición al Gobierno, es apresado y rápidamente condenado.
Escribir en la puerta del garaje de una casa palabras ofensivas dirigidas a una periodista, que semana a semana expresa de forma valiente e íntegra su opinión, no es nada más que mensaje subliminal tendiente a silenciar su lápiz. Pero lo que estos cobardes no saben, ni pueden entender porque no tienen suficientes neuronas, es que son pocos los que se callan bajo amenazas y esto no conseguirán de Ivonne Guzmán, la atacada. Cuando a un ser humanose lleva a situaciones extremas, más ideas genera para argumentar con la verdad, firmeza, entereza.
Los que se ocultan en la noche para amedrentar a gente con principios,no tienen idea lo que es vivir con valores. El único valor que tiene esa gentuza es el dinero.
Pablo Ortiz García / portiz@elcomercio.org