Cuando nuevamente comenzábamos a creer en algo o en alguien, como en el presidente Moreno, que en estos últimos meses construyó condiciones democráticas de convivencia y facilitó que la corrupción sea destapada, salen al público grabaciones desafortunadas de uno de sus íntimos asesores, que nos vuelven a la decepción. El frágil e interesante capital político de Lenín se deteriora. Aprovechando el momento varios incrédulos salen a reafirmar que todo es falso, que es un tongo, que del correato se podría pasar al morenato.
Para colmo, por la irresponsabilidad de alguien, medio Quito se queda sin agua. El desánimo cunde.
La campaña por el Sí en la consulta reflotará a Moreno en las encuestas. Pero esto será pasajero. Llegará hasta el 4 de febrero. ¿Y luego? Si el Presiente, no da efectivos cambios en el gabinete integrando a sectores democráticos independientes, si no camina hacia la democratización del Estado y de la sociedad, y si no se reorientan algunas políticas públicas sustantivas, el tobogán y la inestabilidad política serán inevitables. El habitante del ático empezará a frotarse las manos frenéticamente. Creerá que se le abren oportunidades para liderar el creciente descontento.
Pero no hay que esperar al 4 de febrero para los cambios. Ciertamente, lo que ha pasado es que por estar entretenidos en los temas políticos y de corrupción, hemos dejando olvidados o mal abordados a otros importantes problemas de la realidad.
Augusto Barrera es de los pocos ministros que se han metido a sacar algunos cueros al sol de la cuestionada reforma universitaria del señor Ramírez, y se ha involucrado en trazar algunas políticas correctivas interesantes. Superando la falta de transparencia instaurada en el correato, Barrera, en entrevista del 5 de diciembre para Diario EL COMERCIO ratifica una intuición que tenían expertos educativos críticos que no tuvieron acceso a información del Senescyt sobre las becas: “Este es un tema delicado. Pero los becarios GAR están en los quintiles 4 y 5 de la gente más rica del país y se concentran en Quito y Pichincha. Es injusto continuar el programa así…”. Se anuncia un reorientación en esta imprescindible política que debe sostenerse, no solo para beneficiar a los más necesitados de la clase media y pobre, sino dando apertura para becas en ciencias sociales, materias básicas para crear pensamiento crítico.
En estos meses el Senescyt ha topado otros relevantes temas, pero están pendientes una evaluación integral de la reforma, una discusión sobre el sentido de la educación universitaria en la contemporaneidad del Ecuador y una definición consensuada de la calidad de la educación en todos los niveles y más allá de las aulas.
Entonces, no esperar a febrero es la consigna, sin descuidar la consulta.