“Ecuador necesita un sistema como el del Vaticano”, era la conclusión con la que un miembro de Alianza País y cercano a Correa, trató de convencerme antes de un debate de TV sobre la reelección indefinida. Esto indicaba que la democracia no importaba, pero servía para obtener el voto y ser gobierno. Consideraba que se evitaba conflictos, se dejaba libre acción al gobierno y que la sociedad estaría en paz. Revelaba un deseo autoritario con un caudillo, con una iluminación como la papal para todo definir y exigir obediencia.
Es indispensable, en cambio, la estabilidad gubernamental, de políticas y de la política en el inestable Ecuador. Una estabilidad institucional comienza desde los partidos políticos al gobierno. Los países nórdicos, pluralistas, con numerosos partidos, con alianzas políticas, sin embargo tienen mayor equidad social, gracias a la estabilidad y continuidad institucional sin caudillo. Estas alimentan una cultura popular democrática y participativa como la base misma de la ciudadanía, lo cual, en cambio, destruyen los caudillos redentores. La elección indefinida en Ecuador no significa democracia, sino que caudillos y caciques locales se dan todo el poder y destruyen la institucionalidad, generalizan la corrupción y su sistema clientelar de favores a unos, olvidos de otros. Con Correa se vivió abuso de poder, persecución judicial siguiendo sus decisiones arbitrarias o intereses; se deshizo de los que podían sucederle, el partido es maquinaria propia. Se rodea así de obedientes, fieles personales, no siempre competentes. Sin transparencia, se ignoraba la realidad de las políticas económicas, una sociedad mal puede progresar en esas condiciones. Los debates públicos privilegian el comportamiento del que tiene poder, se desperdicia el intercambio para mejorar políticas y avanzar colectivamente.
En cambio, es indispensable cierta continuidad en las políticas, por ello un mandato más a nivel presidencial podría ser positivo. Más de ese período limita la formación de sólidos partidos, que asumen el programa de gobierno, forman cuadros para un futuro gobierno. La alternancia es así indispensable para el partido, las instituciones y la democracia activa. A nivel local, un alcalde podría tener hasta tres períodos.
Uno de los mayores males que Ecuador trató de resolver es el caudillismo, estatuyendo solo un mandato; la experiencia demostró la validez de al menos dos mandatos. La norma constitucional podría ser que “Presidente y Vicepresidente pueden ser reelectos una vez. No podrán ocupar ningún otro cargo de reelección popular”. Es destructivo para la sociedad y la política que los caudillos sigan haciendo el juego y centrando la política en ellos, deben dejar el espacio a otros. La democracia, estabilidad y continuidad indispensable de políticas necesitan medidas prácticas.