Al país no le faltan problemas entre la baja del precio del petróleo, las amenazas al futuro de las jubilaciones y hasta las enmiendas y la distractiva transitoria.
A a ello se suma la crisis económica que agobia a los equipos profesionales de fútbol – a una considerable mayoría de ellos – y la penuria de futbolistas impagos.
Es toda una contradicción. Un país con ya tres participaciones mundialistas, con procesos interesantes y varios deportistas regados por la geografía de Europa y América. Una selección que encabeza las eliminatorias sudamericanas al Mundial de Rusia tiene a varios clubes en la ruina.
Algunas figuras de hoy con la camiseta tricolor vinieron de procesos formativos como Toño Valencia, en El Nacional; Jefferson Montero, en Independiente, o Enner Valencia, de Emelec ( los tres juegan en la Premiere League de Inglaterra).
Pero es curioso. Desde la clasificación al Mundial de Brasil y aún desde tiempo antes, los estadios desbordados de hinchas ya eran cosa poco común.
En Quito, los equipos taquilleros, por ejemplo, son Liga Deportiva Universitaria, Barcelona y Emelec. LDU solo tiene 3 rivales que le pueden reportar un ingreso de boletería interesante: Barcelona, Emelec y Aucas. Así y todo el último superclásico, antes del cuál Liga tenía grandes posibilidades de ser campeón de la segunda etapa y por ende Campeón Nacional directo en 2015, apenas fueron a la Casa Blanca algo más de 14 000 espectadores.
Rara vez convocan multitudes al graderío equipos como El Nacional o Deportivo Quito. Es verdad que el espectador muchas veces es novelero y solamente acompaña al equipo en tiempos de triunfos y goles, pero el verdadero seguidor debiera asistir a apoyar a su club en las buenas y en las malas.
Una realidad ineludible es que las plantillas se idean a principios de temporada con presupuestos millonarios que no alcanzan a cubrise con las taquillas, la publicidad y los derechos de televisión, cautivos de un acuerdo perjudicial para los equipos, y que antes era sano cuando la competencia de los canales estaba abierta y no restringida.
Por ahora vemos clubes con sueldos impagos por meses, demandas internacionales de jugadores extranjeros a los que se debe por años. Litigios y exigencias de pagos de los representantes gremiales d e los deportistas con deudas abultadas.
El más reciente episodio es la amenaza de parar el campeonato, historieta conocida.
Pero resulta que los jugadores son de carne y hueso, deben arriendos y tienen cuentas pendientes en la tienda de la esquina, no solamente juegan contra el equipo rival, la presión de los directores técnicos, las exigencias de los dirigentes y las voces, muchas veces descomedidas, de los hinchas.
Aquí tenemos una selección puntera y nóminas morosas de jugadores desesperados, dirigentes que pierden la camisa, rebaja de puntos, y gloriosos equipos al borde del abismo de la B o la Segunda. Hay que darle un vuelco, es tarea de todos.