En las semanas previas al Día del Padre, y en medio de aplastante publicidad, los maestros suelen organizar, por disposición o iniciativa propia, algún agasajo para el “rey del hogar”. Unos piden composiciones, otros dibujos o tarjetas, otros elaborar algún regalo. Para los ejemplos que siguen, la tarea encomendada importa poco.
El caso que refiere este texto es real. Tuvo lugar en una unidad de Quito. La niña se acercaba a los cinco. La profesora, luego del discurso sobre la autoridad del padre, pidió a cada niño que elabore un regalo para su papá. Para demostrarle la admiración y darle las gracias por ser lo que es. Dio ejemplos y puso a disposición tijeras, colores, cartulinas…
Pasaron varios minutos. La niña de la cuarta fila no empezó la tarea, levantó con timidez su manita. “Pero yo no tengo papá”, dijo, casi con vergüenza. “Y ahora, qué hago”, expresó abatida. Cuando la maestra titubeó un poco, un niño cabizbajo del fondo dijo, “yo tampoco tengo papá”, “yo no vivo con mi papá”…
El padre de la niña había fallecido muy joven con un cáncer maldito. El del chico desapareció luego de un turbulento divorcio.
La profesora se fue por la tangente. Habló a la niña del designio de los dioses, y del retorno del padre pródigo al chico. La confusión solo aumentó… Un chico empezó su tarea con dudas absurdas. Una niña se sumió sin lágrimas en una tristeza infinita. Hasta el día de hoy.
El caso no es único. Nunca sabremos cuántos niños son arrasados en estas fechas. Cuánto influye el desconocimiento, la sensibilidad y el acatamiento mecánico de disposiciones. El caso parece un simple error. No lo es. Expresa en lo cotidiano el sentido de nuestra educación. De todas formas, sería injusto generalizar, pues hay docentes ejemplo de sensibilidad. Tampoco atribuir al sistema y a las autoridades sin más. Sería demasiado fácil.
Aquí hay cuotas de varios actores. Una nos remite a la formación de docentes, a sus conocimientos y actitudes frente a la familia, que dejó de ser la figura de padre-madre-hijos. Este modelo -sin juicios de valor- no existe más. Y las variantes son muchas. Y aumentan las jefaturas femeninas… una especie de madre-padre.
Las autoridades de los centros educativos tienen su parte. Las disposiciones deben tener fundamentos: el sentido de la familia, las multicolores identidades infantiles… No se puede soslayar la responsabilidad docente. La autoformación es insustituible. Ningún estado o jefe podrá llenar todos los vacíos. Ni aquí ni en ninguna parte. Peor frente a los vertiginosos cambios de la vida.
Una niña huérfana. Un niño con padre ausente. Dos dolores con los que hay que convivir. Comprenderlos con la mente y el alma sería un paso inmenso. Lastimosamente, los sufrimientos y tristezas causadas son por ahora imperdonables.