Pareciera que a casi nadie de la ciudad de Tena le interesa el destino del aeropuerto Jumandy. Es la sensación que se tiene luego de ver la escasa reacción de sus habitantes sobre el poco uso que se da a esta infraestructura, inaugurada en el 2011.
Los vecinos casi no tienen ninguna opinión, cuando se les pregunta sobre el beneficio o no de esta obra, mientras que en el Municipio no quisieron pronunciarse. Según el departamento de Comunicación, el Vicealcalde -a cargo del Cabildo por ausencia del Alcalde- dijo que no podía hablar, porque no estaba autorizado. El único que lo hizo fue el Prefecto de Napo.
Esa falta de interés hace sospechar que a nadie le importa que el aeropuerto funcione solo cuando aparece algún viajero. Por ejemplo, durante el 2016 ya no se tuvo ningún vuelo doméstico regular, es decir el que hacía la aerolínea Tame. La última vez que voló fue el 18 de diciembre del 2015.
Desde entonces hay operaciones privadas y chárter; en ese año se movilizó un promedio de cuatro pasajeros diarios, que en total significaron 1 530 pasajeros anuales, según los informes estadísticos de la Dirección General de Aviación Civil (DAC).
La lejanía de la ciudad con el aeropuerto (45 minutos de viaje por una vía asfaltada) pudiera ser una de las razones que explique esa apatía por uno de los bienes más bonitos que tienen los habitantes de Tena.
Cuando uno se acerca al lugar -en Ahuano- llama la atención su infraestructura nueva y bien cuidada, y al ingresar todo reluce (los ‘counters’, la sala de embarque, el piso y otros servicios). Lo único malo es que esas instalaciones siempre están vacías; al menos eso se vio en los dos días que los visitamos.
Nadie se ha quejado ni ha reclamado por tener un aeropuerto de lujo, al que se le da poco uso, después de haber invertido USD 43,6 millones en su construcción. Es cierto que había retrasos en los vuelos y que también hay buenas vías, pero no son razones suficientes para desentenderse del destino de Jumandy.