La intensidad con la cual el país reclama al Gobierno por la forma como lo conduce, más allá de las profundas repercusiones políticas que traen consigo y se las evidencia tanto en las protestas callejeras como en los resultados de las encuestas de opinión, traen consigo daños adicionales a la frágil economía actual que pueden llegar a desestabilizarla. El margen de maniobra es muy pequeño y cada día se reduce.
La desaceleración económica no solo es evidente sino que finalmente una entidad estatal, como lo es ahora, el BCE, la reconoce al reducir de manera drástica el potencial resultado del crecimiento económico a un magro 1,9%. De esta forma, el país sale del grupo de latinos que se defienden bastante bien del cambio producido en los últimos meses en las relaciones internacionales.
Pero, para llegar a ese resultado, el BCE ha tenido que incluir como estimación un comportamiento totalmente desacostumbrado de los inventarios de las empresas, al señalar que para fin de año tendrán un aumento de más del 200% y compensar de esa manera la caída del 9,5% en la inversión nacional, la reducción de casi el 4% de las exportaciones y del 3,6% en el consumo del Gobierno Nacional.
Solo el consumo privado tiene una conducta positiva (?) del 1,7%, mientras las importaciones se desploman en el 11,3% (¿será posible también esto?) y con ello contribuyen a sostener el crecimiento positivo del PIB.
Cordes, en el análisis que realiza a las proyecciones del BCE, señala que este inusual incremento de los inventarios no se compadece con la opinión de los empresarios en los primeros meses del año, recogidos precisamente por el Central en sus encuestas de opinión. Por ello, al recalcular el crecimiento de la economía sin este dato extraño, obtiene como valor de crecimiento apenas el 0,5%.
Con estas cifras, el país ya está al borde de la recesión que, sin duda, se confirmará el momento que dispongamos de la información del primer semestre, cuando recoja como factores causantes adicionales del resultado, los efectos de la incorporación de las últimas propuestas en el comportamiento de los agentes económicos.
Este cuadro precario de producción viene acompañado de una inflación anual del 4,5%. Además, de la reducción de los depósitos de la banca con la consecuente restricción del crédito (cae USD 200 millones en mayo pasado). Una balanza comercial (en abril) con un déficit de más de USD 1 200 millones (menor en USD 1 440 millones a la del año anterior). La declinación del 27% en las negociaciones bursátiles (según Multiplica). Un mayor subempleo y las evidencias de despidos en algunos sectores.
Los resultados de estos indicadores básicos merecen un mejor entendimiento por parte del Gobierno Nacional, antes de que sea demasiado tarde para todos.
apachano@elcomercio.org