En una interesantísima recopilación de aquellas ‘verdades’ que han logrado infiltrarse desde la cultura popular, la crónica de EL COMERCIO incluyó datos realmente notables. La iniciativa de la recopilación partió del profesor de humanidades Tom Mcbride y del ex director de relaciones públicas Ron Nief, de la universidad de Benoit.
La lista de ‘verdades’ ya recibió también su nombre, ‘lista Mindset’, – o modo de pensar- y fue publicada por primera vez el 1998. El propósito confesado fue encontrar las nociones de cultura general, que eran comunes para las y los jóvenes de la promoción que culminaría sus estudios el año 2002.
Claro que al principio y desde el ángulo de una cultura refinada, – dicho así con pedanterías y pretensiones – no puede negarse que provoque sorpresa y aún confusión la firme creencia de los estudiantes norteamericanos, acerca de que Miguel Ángel Buonarroti, tal vez la cumbre de la creación artística en ese período que fue por sí mismo de cumbre, llamado el Renacimiento al que deslumbró mediante sus obras de pintura, de escultura y de arquitectura, es un virus que esos malignos que atacan a las computadoras, las enferman y les arrebatan parte de su memoria.
Lo mismo puede afirmarse de esa otra convección del 98, sobre que el maestro de Bonn, Ludwig van Beethoven, una de las reconocidas cimas de la composición musical de todos los tiempos, -basta traer a la memoria sus nueve sinfonías- es en realidad el nombre de un perro familiar que ha inspirado la producción de varias películas de muy buena acogida.
Y por cierto, el colmo de la paradoja consiste en advertir cómo las respuestas de los jóvenes no fueron errados en la primera lista ni tampoco las de los años posteriores: Miguel Ángel es como se le llama a un virus de computadora, y Beethoven el título de una película fácil y de entretenimiento.
Y aunque la crónica de este diario no se alarga con ejemplos, también para los años posteriores resulta válida la misma doble observación; muchos creen que Alemania no estuvo dividida en dos territorios antagónicos, como de hecho lo estuvo a lo largo de la Guerra Fría; esos programas de TV llamados ‘reality shows’ por ventura no han existido siempre en los esquemas de los canales de TV y que a lo largo de bastantes años se permitía en los aviones que hubiera una sección de fumadores y otra para no fumadores.
Y en otros asuntos, desde el fin de la Primera Guerra Mundial y hasta luego de la Segunda, hubo un país industrial en Europa del centro llamado Checoslovaquia y desde 1948 y hasta la época de Nelson Mandela sí se vivió en Sudáfrica -la reciente sede del Mundial de fútbol- el imperio de los blancos sobre los negros y la aguda discriminación racial.
Todo lo cual confirma con cuánta rapidez se deterioran las referencias culturales y cómo un abismo separa a la cultura popular de la cultura refinada.