Seguramente el jefe de información solicitó al periodista que busque una historia diferente a la que contaría la competencia o lo que se escribiría en las redes sociales. Lo que contó en la página web, a las pocas horas de ocurrido el episodio fue esto: “La policía lo detuvo en su casa mientras comía pan con mantequilla”. Al día siguiente el informe del reportero no fue tan diferente y, para ser más original que sus colegas, escribió: “En su primera noche en la cárcel, el preso comió arroz, frijoles y pollo”. Obviamente no verificó in situ si comió todo, un poco o simplemente no probó la cena.
En las dos noticias hay débiles atribuciones a la fuente. Lo más probable fue que un policía que participó en la detención le contó que comía pan con mantequilla; en el segundo relato el informante pudo ser un preso o un guardia de la cárcel. Lo único claro, su historia fue diferente a la de sus colegas pero a costa de explotar el morbo. El morbo, aparte de ser una alteración de la salud, es también una atracción por asuntos desagradables y en periodismo es simplemente buscar el lado sensacionalista a un hecho noticioso.
El caso relatado lo publicó un diario importante de Brasil, el redactor de la noticia creyó haber encontrado una historia capaz de ganar un Pulitzer.
Pero ocurrió y sirve como ejemplo porque el hombre que probó o no frijol con arroz y pollo fue Eduardo Cosentino da Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados y uno de los principales impulsores del “impeachment” o juicio político que derivó en la destitución del poder de Dilma Rousseff. El periodista no contó en su crónica que quien ordenó la detención de Cunha fue el implacable juez Sergio Moro, quien destapó la corrupción en la estatal Petrobras.
La línea entre el buen periodismo y el malo es delgada y peligrosa. Cuando se traspasa ese límite es difícil volver. La credibilidad está todos los días expuesta en la enorme vitrina de las redes sociales por donde transitan millones de seres que ahora tienen la posibilidad de opinar, preguntar, cuestionar. Quienes están más expuestos son los políticos, los que tienen el poder, al que acceden mediante el voto de los ciudadanos, que ahora tienen más posibilidad de conocer qué es lo que hace el funcionario por el cual votó. Y ocurre también en los deportes porque hace pocos días, algunos medios populares en las redes, transmitieron los rumores de que un ex futbolista ecuatoriano, que se suponía desaparecido, lo encontraron en un hospital de rehabilitación supuestamente sometido a una desintoxicación por drogas.
El caso terminó tan rápido como fue difundido porque a través de las redes también es posible desnudar y desterrar el morbo. El periodismo no se va a acabar jamás por la competencia o por la censura, pero será muy fugaz si persiste en los escándalos.
@flarenasec