La falta de sensatez y un manejo político oportuno, mesurado y responsable, sin asumir malos ejemplos de terquedad e imposición atropellada, con total desconocimiento en áreas delicadas, puede poner en riesgo la vida de ecuatorianos. En un tema tan delicado como la salud de las personas no se puede jugar sin meditar sus consecuencias.
En el Hospital Carlos Andrade Marín, el más importante del IESS en el país, que atiende a miles de pacientes incluidos hoy no afiliados, que ha logrado avances significativos en la compra de equipos, quirófanos inteligentes, remodelados edificios y que cuenta con un destacado personal médico y de cirujanos, que la institución ha invertido en su perfeccionamiento, se está jugando con fuego por falta de entendimiento de los problemas.
A partir de la imposición de nuevos horarios de trabajo se han dado hechos que han alterado las actividades normales de los profesionales médicos y de otras áreas, lo que ha generado un ambiente de incertidumbre, incentivado por la metida de mano y el desconocimiento del Ministerio de Relaciones Laborales, pese a que la Constitución consagra la autonomía del IESS.
Este problema ha empezado por la renuncia colectiva de los médicos de Imagenología y Medicina Nuclear, que por su exposición y riesgo laboral no pueden trabajar las 8 horas diarias. Esta consideración se otorga en el resto de países, pero aquí se ha dado este tratamiento a los tecnólogos y no a los médicos. La respuesta no puede ser simple: si se van se convoca a un concurso para contratar al instante nuevos profesionales, como si el problema se pudiera improvisar. ¿Qué pasaría si un día se quedara el hospital sin este servicio fundamental para los procesos de atención a los pacientes de todas las áreas?
Lo grave es que de no solucionarse oportunamente y con sensibilidad se puede correr el riesgo que todos los médicos de las diferentes áreas renuncien y con ello se paraliza el hospital, que jamás puede detener su funcionamiento un instante, con el riesgo extremo de muerte de sus pacientes. Tampoco se arreglará con la pretensión de reemplazar a todo el personal de especialistas, en algún arranque de la autoridad.
En lugar de preocuparse de los horarios de los médicos y cirujanos, el alma de un hospital, debieran atender urgentemente la carencia de fármacos e insumos debido a la mala gestión de compras públicas, que incluso se ha escuchado quejas que con el argumento del ahorro adquiere medicamentos baratos, con materiales de dudosas bondades, y de eso pueden opinar los que tratan a los pacientes y no los neófitos que creen saber de todo. Sería grave que demore la solución del problema y peor si se intenta arreglar a la fuerza, en cuyo caso las autoridades deberán asumir su responsabilidad si ponen en riesgo la vida de miles de pacientes.