Puede ser. El tráfico de drogas, con el uso de mulas, valijas y equipajes, es degradante para las personas sobre las que haya sospechas.
La solución está en la total transparencia.
En el reciente envío a Italia, hay informaciones parciales y contradictorias. No hay justificación para el secretismo en varias líneas que llevarían a la transparencia.
Ayudemos con preguntas, que merecen respuestas.
1) ¿Por qué se dictó el 21 de noviembre del año anterior una reglamentación para el Servicio de Valijas Diplomáticas del Ministerio de Relaciones Exteriores, en cuyo art.14 se menciona que en valija extraordinaria se puede, a más de la correspondencia oficial, enviar material promocional y turístico en contravención a los Convenios de Viena que no pueden ser reformados por normativa interna?
¡Qué grave generar sospechas que las valijas diplomáticas del Ecuador sean ‘matuteras’, aun cuando no lleven droga!
Siempre ha habido mucho celo de las cancillerías, para que no se viole la reserva que mandan los convenios citados sobre esas valijas, que aun en conflictos bélicos ha sido respetada.
2) A pesar que hay convenios con compañías de aviación para que se lleve gratuitamente la valija diplomática, se habría usado a la transnacional TNT, especializada en entrega de correos, ¿qué informa esa empresa sobre el manifiesto de embarque en Quito, en cuanto al peso de la valija?, ¿por qué la valija habría pasado por dos aeropuertos europeos, antes de ser entregada en Milán?, ¿el peso a la llegada a Milán fue igual o diferente al peso de embarque en Quito?
3) ¿Por qué se envían las llaves adheridas a las valijas solo con sellos, lo que facilita que cualquiera separe las llaves y abra las valijas, para luego, colocar un sello similar al que fue roto, cuando las llaves deben tener un prolijo manejo?
4) Hay una profusa circulación de fotos de personas muy próximas al presidente Correa –y aun en función pública- con el acusado de ser el capo en la distribución de cocaína, el ecuatoriano Jorge Luis Redrobán Quevedo, propietario de dos restaurantes en Milán, El Ídolo1 e El Ídolo2. De primera reflexión, cualquier compatriota puede llegar a un restaurante y permitir que se le tome fotos y estas se exhiban; más complejo, es haber compartido la concurrencia a un escenario deportivo, pero siempre es posible que se haya ignorado quien era el anfitrión y acompañante. ¿Todo esto podría explicarse?, creo que sí.
Hasta ahora, los ecuatorianos queremos creer que –en este caso y en otros- se está ante terribles ingenuidades y ligerezas en las palabras y en las acciones, a lo que se suma la repudiable práctica del actual Gobierno –también ha sido de otros- de forjar versiones que oculten o encubran los hechos, antes que transparentar lo que se cuestione.