La primera reacción al ver el reciente escándalo de escuchas telefónicas protagonizado por el diario londinense News of the World es de repulsa, pues llegaron a intervenir el celular de una niña que fue raptada y luego asesinada en el año 2002 para oír los mensajes que le enviaban sus familiares. Posteriormente hicieron de todo eso un negocio rentable.
La segunda reacción bien podría ser un deseo para que el Gobierno controle más los medios, pero una mirada más a fondo revela que fueron otros periódicos los que, protegidos por la libertad de prensa, revelaron los pormenores de este escándalo. La solución no está en controlar a los medios, sino en garantizar la libertad que ellos disfrutan.
News of the World (NotW)era parte del imperio mediático de Rupert Murdoch, un magnate australiano nacionalizado norteamericano que actualmente controla unos 60 periódicos y revistas en todo el mundo (principalmente en Australia, los EE.UU. e Inglaterra), la 20th Century Fox, la cadena de TV Fox y un sinnúmero de empresas relacionadas con comunicación y publicidad.
El periódico en cuestión, NotW, era un tabloide sensacionalista de bastante mal gusto, pero siempre estaba muy bien informado. Obviamente que debía estar bien informado si tenía intervenidos los teléfonos de cientos y quizás hasta miles de personas en Inglaterra y los Estados Unidos. No solo que intervinieron el celular de la niña raptada, también los de celebridades, familiares de soldados británicos muertos en Afganistán, miembros de la realeza británica, familiares de las víctimas de los atentados de Londres de julio 2005. Y de todo eso hacían un gran negocio.
En 2005 se reveló que el celular del príncipe Guillermo de Inglaterra había sido intervenido y la Policía británica investigó el tema. A pesar de que había indicios de otras intervenciones, el caso se cerró con un par de sentencias contra periodistas del diario.
Aparentemente el caso estaba sentenciado al olvido, cuando, a mediados de 2009, The Guardian, un diario londinense muy serio, empezó a soltar información muy comprometedora sobre escuchas telefónicas a celebridades y sobre indemnizaciones extrajudiciales que NotW había firmado con actrices y futbolistas.
En septiembre de ese mismo año, el New York Times publicó una entrevista de un ex empleado de NotW, según el cual podría haber miles de víctimas de las escuchas telefónicas. Solo ahí, por la presión generada por ese diario y por The Guardian la Policía reabrió el caso y empezó a investigar en serio, destapó una cloaca y, casi dos años después, NotW se vio obligado a cerrar ante la retirada masiva de anunciantes.
Los héroes de la jornada fueron los dos diarios que revivieron el caso (y no el Gobierno o la Policía). Y lo hicieron gracias a la libertad de expresión reinante en Inglaterra y los EE.UU.