Álex Grijelmo, reconocido y prestigioso periodista español, en una parte del libro ‘La información del silencio. Cómo se miente contando hechos verdaderos’, transcribe el fragmento de una nota publicada en uno de los periódicos de su país: “Anoche fue encontrado el cadáver de Eustasio Peláez en una calle del polígono industrial C-40. Momentos antes se había visto por el lugar a Higinio Gurméndez, con el que tenía un litigio por unas tierras”.
Así como estos dos hechos pueden ser considerados como ciertos, comenta Grijelmo, la interpretación de los mismos puede derivarse en falsa. Hay un espacio (silencio) entre estos hechos y lo que dice el periodista que no se cuenta. Se calla.
Luego de mirar el documental de Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera sobre ‘La muerte de Roldós’, me pregunto si no pasa lo mismo que en el fragmento periodístico que acabo de citar. Aunque considero también que la muerte del expresidente del Ecuador, Jaime Roldós, no fue accidental, me generan dudas los silencios.
No los silencios del que hablan Sarmiento y Rivera cuando dicen que “al escribir la historia sobre todo decimos lo que olvidaremos. Todo depende de quién recuerda. Cómo sería la historia del Ecuador si hablaran nuestros silencios”. Me preocupan los silencios narrativos de esa historia, ya que todo depende de quien lo cuenta.
El silencio narrativo es una herramienta que depende del uso que se le dé. Así como el silencio constituye un sonido que no alcanzamos a escuchar también refleja el acto de callar alguna cosa. Las actitudes de silencio sirven para comunicar. Por eso, como dice Grijelmo, el silencio habla y puede incluso llegar a manipular lo que decimos.
Aun cuando el documental sobre la muerte de Roldós está bien realizado y tiene como base una amplia investigación que muestra los sucesos previos al accidente, el punto de vista de sus hijos, familiares y colaboradores más cercanos, llama la atención el silencio de Diana Roldós, hija mayor del presidente, y la de su hermano León. De igual modo, aunque se menciona en el documental al expresidente Osvaldo Hurtado, al almirante Raúl Sorroza y a la abogada Alexandra Vela, no se recogen sus puntos de vista. Según Sarmiento y Rivera, eso se debe a que “esa otra versión de las cosas ya es conocida”. Considero que si queremos aclarar la muerte del presidente Roldós, ellos deberían ser los más indicados para hacerlo.
Algo que refuerza el sesgo del documental es la referencia a los hechos de junio de 1959. ¿Qué documentos sustentan que el inicio de la lucha política de Roldós tiene inicio en la masacre de Guayaquil? ¿No hay un intento de meter en el mismo saco a Camilo Ponce, Febres Cordero, CIA y FF.AA.? Al analizar lo que les interesa decir y lo que les conviene callar se generan las dudas. Esto dificulta que el espectador no deduzca claramente lo que falta del mensaje, contribuyendo a hilvanar una historia parcializada.