Uno de los dos ‘candidatos finalistas’ de la primera vuelta electoral, habrá conseguido esta tarde la mayoría de los votos, o el doctor Édgar Samaniego o el doctor Fernando Sampértegui y se aprestará a iniciar el desempeño de una de las funciones más importantes: el rectorado de la Universidad Central .
Ambos son dos médicos serios y de clara vocación para la docencia universitaria, pero debe reconocerse que la tarea de los próximos meses y años tiene indudables complejidades.
Surgida la Universidad Central durante las postrimerías del Régimen de la Colonia como fusión de otros planteles de la época, recibió también la iniciativa de normas del propio Simón Bolívar y ya en plena fase republicana fue materia de honda preocupación para aquel singular personaje, mezcla de teórico y práctico que fuera Gabriel García Moreno cuando concebía el ‘modelo’ de universidad dentro de la Ley de Educación Superior y peleaba como era su costumbre bravamente en los congresos del siglo XIX convencido de que se trataba de una pieza maestra dentro del esquema de desarrollo para todo el Ecuador.
Ya en el siglo XX resultaron innumerables los avatares, ensayos y proyectos que aludieron a la Universidad Central, hasta que ahora es la segunda de la nación en cuanto al número de estudiantes de múltiples carreras, facultades y especializaciones. La más reciente novedad ha sido la disminución o la baja en la categoría de las universidades ecuatorianas.
A despecho de las objeciones de fondo que se han planteado contra el método y la iniciativa, dirigido a implantar un virtual ‘ranking’ de las universidades, ha sido evidente cuánto ha pesado en las controversias de la propia campaña electoral más reciente, el contratiempo de la declinación de la categoría y, simultáneamente, se han formulado propuestas encaminadas a recuperar la categoría y se entiende que este específico objetivo será la primera gran cuestión que aguarde al candidato triunfador .
A propósito de la cuestión fundamental es evidente que todavía restan muchas dudas sobre el acierto y la objetividad o el desacierto y la subjetividad de la ‘clasificación’. Inclusive el articulista de este diario, Vicente Albornoz Guarderas este domingo formuló con ironía, humor y hasta sorna abundantes preguntas en torno de la investigación de índole universitaria, considerada como uno de los componentes básicos de la calificación que determina a su vez la “nota” recibida por cada una de las instituciones de educación superior.
En definitiva pues, todavía resultan indispensables una depuración y nuevos análisis sobre el esquema mismo del ‘ranking’ y las clasificaciones de las universidades ecuatorianas. Pero tampoco hay duda de que las flamantes autoridades de la Universidad Central tendrán que afrontar como su primera prioridad la adopción de los criterios y las medidas concretas que hagan posible recuperar el anterior nivel dentro del controvertido esquema general.