Miguel Barreto. Columnista invitado
Según la tradición marinera, cuando un barco se está hundiendo, las mujeres y los niños tienen prioridad para abandonar la nave y acceder a los botes salvavidas. Pocos saben que este protocolo se implementó por primera vez en 1852 durante el naufragio del barco de la Marina Real Británica RMS Birkenhead. Como los botes salvavidas eran insuficientes, la tripulación dio prioridad a mujeres y niños. Hoy, es la ley no escrita en el mar.
De igual manera, en el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), sabemos por experiencia que en emergencias la asistencia alimentaria y nutricional debe también ser enfocada en las mujeres y los niños primero.
Ante terremotos, sequías, inundaciones y friajes, actuar temprano, ayudando primero a las mujeres embarazadas o en estado de lactancia y los niños, no solo es importante para aliviar el hambre inmediata. Si el 80% del cerebro de los niños se forma durante los primeros 18 meses de vida, una rápida respuesta es crucial para protegerlos de ese shock nutricional.
En caso contrario los daños pueden ser permanentes e irreversibles y con consecuencias de por vida. La desnutrición aumenta la susceptibilidad a contraer enfermedades y reduce el coeficiente intelectual. Los niños que nacen con bajo peso, se pueden recuperar con rapidez durante la infancia, pero vivirán sus vidas con un alto riesgo de enfermedades crónicas y cardiovasculares.
Dicho de otra forma, aceptar que por una emergencia, más niños engrosen las filas de los desnutridos, es aceptar una de las formas más crueles de inequidad y exclusión, ya que esta afectará no sólo el derecho a la vida, y a la igualdad de oportunidades, salud, y educación, sino que puede condenar a esos niños a la marginalidad, incluso antes de nacer.
Siguiendo el espíritu del “Protocolo de Birkenhead”, podemos cambiar la espiral descendente de hambre y marginación. La clave está en proteger la nutrición de madres y niños.
El PMA prioriza muchos de estos programas en el mundo. De los 80 millones de personas que asistimos en 75 países en 2013, 68 millones son mujeres y niños, incluidos casi 8 millones de niños desnutridos que recibieron asistencia nutricional y 3 millones de mujeres en estado de lactancia que se beneficiaron de los programas para tratar y prevenir la desnutrición.
Enfocarse en mujeres y niños es enfocarse en la nueva generación. El PMA en América Latina y el Caribe promueve la idea de que debemos continuar apoyando a los gobiernos a desarrollar o a ampliar los programas nutricionales y reforzar las redes de protección social con un componente nutricional. Estoy seguro que si lo logramos esta nueva generación de niños sin hambre nos hará sentir orgullosos de sus logros.
*Miguel Barreto es Director Regional de Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) para América Latina y el Caribe