Por amabilidad de Fabrizio Hochschild, representante residente de Naciones Unidas, pude participar en una comida de amigos y amigas de la paz cuando Kofi Annan iniciaba su visita. Me impresionó por su lucidez y libertad, por su capacidad de escuchar y de comprender las situaciones e ir directamente a lo más importante. Sentí en la mesa la sencilla elegancia del príncipe africano y la riqueza de visión del erudito de los problemas del mundo. Kofi Annan encontró después a los líderes del gobierno y la política, que tienen en sus manos las decisiones, y se fue a Cuba para ahondar su compromiso personal y mostrar la seriedad que la comunidad internacional da al diálogo de La Habana.
En su paso, quien fuera Secretario General de Naciones Unidas y es Premio Nobel de Paz dejó dos mensajes. Primero, que la paz es de todos o no es posible; y que requiere de un consenso básico que es responsabilidad de los líderes significativos, por ser asunto de Estado e implicar a las generaciones futuras, no importa quién gobierne en los próximos años. Segundo, que la justicia transicional es la solución de la tensión entre justicia y paz para evitar la impunidad y establecer maneras serias mediante las cuales los actores armados de todos los lados y sus socios paguen los costos terribles que causaron con la guerra; y que las cortes internacionales son respetuosas de estas maneras siempre y cuando tengan el rigor de la justicia y sean aceptadas por las víctimas y por los ciudadanos de Colombia.
Después de la venida de Kofi Annan empiezan a sentirse una flexibilización de posiciones hacia la responsabilidad pública de la paz y una comprensión más serena y general de la singularidad de este momento que exige participación y cambio de todos y que puede originar otra historia; voces de los partidos de oposición dejan entrever esta novedad a pesar de que todavía, con los aportes críticos importantes, emerjan también la acidez y la pasión de las posiciones políticas. No obstante, por fin empezamos a ver que la paz, la causa más grande, tiene que unirnos y que es necesario enriquecer esta causa con aportes relevantes desde posiciones distintas. Es indispensable que esta decisión de construir juntos y la disponibilidad de transformarnos desde todos los lados se acrecienten, para que sea mejor y más profundo y sostenible lo que hagamos de Colombia, ante las víctimas y la comunidad internacional, expectantes.
Respecto al segundo mensaje de Kofi Annan, Sergio Jaramillo ha mostrado la unidad entre la justicia transicional y la paz territorial. Personalmente, considero que es en las regiones afectadas por el conflicto donde los actores de la guerra y sus socios políticos deben resarcir los costos causados y, una vez garantizada la verdad, el reconocimiento de responsabilidades, la dejación de armas y la no repetición, ponerse al servicio de los pobladores para reconstruir el territorio, bajo supervisión de la comunidad nacional e internacional, con objetivos y tiempos exigidos previamente e indicadores de resultados a la vista de observadores en un horizonte de justicia; para construir el desarrollo humano, sostenible y seguro de las comunidades campesinas que fueron sometidas al terror.
El Tiempo, Colombia, GDA