Alianza País intenta pasar a como dé lugar la página del juicio al Fiscal. El conveniente empantanamiento del caso en la Comisión de Fiscalización y la intención de no retomarlo en el pleno de la Asamblea son claras demostraciones del espíritu de cuerpo alrededor de los deseos del Presidente de la República. Al fin y al cabo, él fue el gran elector de muchos asambleístas que hoy quieren cruzar la línea, pero que tendrán que replegarse en aras del ‘proyecto’’
Los argumentos presidenciales para defender a su amigo son maniqueos y éticamente inválidos. Decir que no tiene sentido juzgarlo porque en pocos meses terminará sus funciones es desconocer con desparpajo la esencia de la rendición de cuentas, que en rigor debe ejercerse en cualquier tiempo e incluso después de finalizadas las funciones.
Alegar que pedirle al Fiscal que aclare sus actos es hacerle el juego a la derecha y a “la prensa corrupta” es decirle al país que el hecho de estar en el supuesto bando de los buenos, en contraposición al de los malos, es patente de rectitud a toda prueba.
Pero esos argumentos, en cambio, funcionan políticamente. Ya la maquinaria propagandística hallará la manera de centrar la atención pública en algún otro tema que haga pasar a un segundo plano un caso que, sin embargo, es leído negativamente por la ciudadanía.
Si la Asamblea no toma distancia del Ejecutivo, se corroborará que estamos frente a un mega-presidencialismo dañino que tiene otro de sus tentáculos en el llamado Quinto Poder, cuestionable no solo por el proceso de integración sino por su legitimidad institucional.
Enfrentar la relación con el Legislativo desde una visión unilateral puede resultar contraproducente cuando ya no se trata de plasmar el país perfecto en una Constitución sino de aprobar una serie de leyes de alta sensibilidad, por sus implicaciones en el conjunto nacional. El nuevo frente político no parece estar preparado para esta fase.
En lo económico, llama la atención que el Presidente haya elegido a funcionarios con perfiles débiles para lograr el financiamiento externo que no consiguieron los ministros anteriores, en buena parte por el ambiente hostil creado internacionalmente.
La nueva Ministra de la Política Económica habla de que, una vez consolidada la participación del Estado en la economía, viene un segundo momento para generar la infraestructura adecuada y pasar “de un país primario exportador a uno terciario, exportador de bioconocimiento y turismo”. ¿Por arte de magia? ¿Sobre qué bases? ¿Con qué inversión?
El ‘proyecto’ se basa económicamente en un esquema de gasto público en aspectos claves como la vialidad, la educación, la salud y la vivienda, y políticamente en la concentración institucional, pero muestra sus propios límites. ¿Hasta dónde llegará el mega-presidencialismo?