La política comercial que quiere implementar Estados Unidos tiene varias similitudes con la aplicada por Ecuador en los últimos años, lo cual permite anticipar sus efectos.
La principal semejanza es el rechazo a los acuerdos comerciales, pues se cree que la apertura comercial reduce la producción local y el empleo. Estados Unidos acaba de retirarse del Acuerdo Transpacífico (TPP), que pretendía formar el mayor bloque económico del mundo, y quiere renegociar el acuerdo con México y Canadá, que lleva más de dos décadas de vigencia.
Ecuador también abandonó, en el 2009, las negociaciones de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, pero al cabo de siete años se dio cuenta que era beneficioso y lo firmó. Asimismo, en varias ocasiones amenazó con dejar la Comunidad Andina de Naciones (CAN), argumentando que las reglas del bloque no le benefician.
No lo ha hecho y ahora está por asumir la presidencia de la CAN. EE.UU. también anunció que aplicará mayores impuestos a las importaciones de China y México. A los productos provenientes de esos países quiere imponer aranceles del 20% y 45%, respectivamente, lo cual encarecería esos bienes en el mercado estadounidense, con el riesgo que China tome represalias.
En cualquier caso deberá justificar su decisión ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), como lo hizo Ecuador en el 2015. A inicios de ese año, el Gobierno aplicó una salvaguardia cambiaria del 7% a las importaciones provenientes de Perú y del 21% a las de Colombia, debido a las devaluaciones monetarias en esos países, que reducían la competitividad de las exportaciones nacionales.
Al cabo de meses debió revisar la medida por ser incompatible con las reglas de la OMC. En su lugar aplicó una salvaguardia general a todos los países, que terminará en junio próximo porque debe ser temporal. El resultado de la medida fue una contracción de las importaciones, mayores precios para los consumidores y menores exportaciones.