Sobre remuneraciones y mejora de sectores afectados por la pobreza económica, hay datos contradictorios. Se dice que ha disminuido el número de pobres y que ellos han pasado a formar parte de la clase media. De las investigaciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el tercer trimestre de este año Quito registró resultados negativos en empleo.
Al parecer, hay trabajo, pero en muchos casos de tan baja remuneración u horarios excesivos, que nadie se interesa por ellos. ¿Quiénes son pobres para los que elaboran estadísticas? En una encuesta, en Quito determinaron que los pobres se consideran aquellos cuyos ingresos por persona fueron de menos de 2,57 dólares diarios. ¿Cómo se puede vivir con tan exiguo ingreso? Que hay menos pobres, al parecer es cierto. Que muchos se han incorporado a la clase media, al parecer también puede ser cierto. Sin embargo, varios aparecen como “clase media”, a base de la apariencia material. Algunos, con vehículo; los más, con TV plana, teléfono celular de cierto costo, un poco de ropa de última moda, pero perciben no más que el mínimo vital o alguna fracción adicional.
Uno se pregunta: ¿cómo es posible que tengan todos esos bienes? Es que disponen de ellos por crédito comercial. Me atrevo a esbozar esta tesis, por tener referencias más o menos directas. El “expobre” consigue un vehículo, de precio no mayor a 6 000 dólares, en el primer daño necesita 200 dólares para remediarlo; y no los tiene. El carro queda en receso hasta hacer posible su arreglo.
Y cuando suena la llamada telefónica de la casa comercial A ó B, reclamando al deudor el pago de la cuota mensual -más, si está atrasado- uno se entera que las cosas que, supuestamente, lo han elevado a clase media son resultado del crédito y concluye que, en el caso penoso de que no pueda pagar, deberá devolver esos bienes… y otra vez retornar a la pobreza.
Si ofrecen un salario de 100 dólares mensuales, ¿vale la pena aceptar ese trabajo? Si el individuo debe pagar arriendo, transporte, alimentación, necesita más que el salario mínimo y también deben trabajar la esposa y algún hijo para reunir un fondo común y satisfacer las exigencias vitales .
Por eso es que miles van al subempleo, o aceptan trabajos por horas. Quienes laboran en ese sector son definidos como personas que trabajaron o tuvieron un empleo durante el trimestre, pero estaban dispuestas y disponibles para modificar su situación laboral. También los hay quienes trabajan menos de 40 horas y buscan labor adicional en el tiempo libre. En septiembre del presente año, en Quito, 252 000 personas buscaban trabajo adicional.
El bono de la solidaridad ayuda, mas no es solución social. El número de beneficiarios seguirá creciendo, a tono con el explosivo aumento de la población. Hay niños por millares, en todas partes.