El lanzamiento de los nanos satélites es una de las iniciativas oficiales y privadas que suscitan sentimientos cruzados en la gente y que retratan una parte de lo que somos.
La extraordinaria parafernalia y publicidad de la puesta en órbita de Pegaso, que nos llevó en transmisión en vivo a reproducir y sentir el escenario de la NASA, motivó a la prensa a escribir relatos triunfalistas y exagerados como este: “Ayer jueves 25 de abril, Ecuador despegó hacia la historia espacial” (EL COMERCIO 25-04-2013). En todos los ámbitos creció la admiración, el orgullo nacional y el patriotismo.
Dejamos por un momento de ser subdesarrollados e ingresamos con paso firme en el Primer Mundo. Y la imaginación voló muy alto. Este era un Pegaso invencible: “Es el primero en su clase en poseer un escudo capaz de resistir una llamarada solar”. Un popular cantante de rap creó una estremecedora canción: “Hoy mi bandera irá donde no hay viento…Hoy mi escudo vencerá la gravedad y el tiempo… Hoy no existen cadenas… Todos somos astronautas”.
En los hechos, Pegaso tuvo problemas, no funcionó. Los 700 000 dólares del proyecto, provenientes de nuestros impuestos, se quedaron en el cielo. Hubo la sensación de un tiro al aire. Entonces vino la pena, la frustración y la burla colectiva. .
Este jueves fue lanzado Krisaor, el hermano gemelo de Pegaso. Por obvias razones el evento bajó de perfil. Uno de los mensajes entre líneas fue destacar la experiencia como un esfuerzo de investigación nacional relevante, único.
De nuevo, el nacionalismo se hizo presente. Sin embargo, junto a nuestro nano satélite se lanzaron otros, entre ellos uno argentino y dos peruanos.
Ciertamente en estos países, igual que en nosotros, el fervor nacionalista también floreció (¡somos tan iguales!). En elcomercio.pe se lee: “El camino a las estrellas está abierto”, dijo Serguéi Koroliov en 1957, “una vez cumplida la hazaña que marcó el inicio de la era espacial de la humanidad. Esta madrugada (21-11-2013), hemos atravesado por primera vez este camino. A las 2:10 a.m. (hora peruana), desde el cosmódromo ruso de Yasn (Dombarovki), se lanzaron los dos primeros satélites peruanos: PUCP-Sat 1 y Pocket-PUCP, desarrollados íntegramente en el país por el Instituto de Radioastronomía de la PUCP”.
Con similar orgullo se manifestaron los argentinos de su nano satélite ‘Manolito’ (compañero de Krisaor y de los peruanos) que “tiene un 80% de componentes nacionales”.
Bien por intentar desarrollar la ciencia en el país y en América Latina. Pero ¿qué ciencia? ¿Para qué? ¿A qué costo? Preocupa el uso político, la espectacularidad, el nacionalismo parroquiano y la política de cascarón.
Requerimos hacer las cosas con mayor sencillez, con menos aspavientos.
Sobriedad y templanza. La grandeza y el reconocimiento brotan a pesar de los fracasos.