Elche Mauricio Macri vivió muchas emociones en la última etapa de su candidatura presidencial. Se sintió ya derrotado cuando su rival Daniel Scioli dio un discurso asumiendo la Presidencia, respaldado por las encuestas. Pero Macri resucitó con los buenos resultados de la primera vuelta y terminó bailando de gusto al triunfar sobre el candidato oficial.
“Soy el nuevo presidente de Argentina, este hermoso país que antes fue potencia mundial”, dijo con emoción. Scioli, muy gentilmente, le felicitó. Luego Macri se equivocó pidiendo audiencia a la dos veces presidenta Cristina para hablar de la transmisión del mando. La visita solo le sirvió para constatar que estaba furiosa y más cuando él la criticó anotando que ella no le dejaba ni un dólar de reserva en el Banco Central. La mandamás de Argentina no tuvo un solo gesto amistoso y el Presidente electo salió sin ningún programa de transmisión del mando y diciendo “esperamos que con el tiempo le pasenlas iras”. Por una radio se anunciaba que doña Cristina (62 años) seguirá en la política y tal vez volverá a ser candidata.
Eso en lo anecdótico. Lo bueno y difícil vino después. Macri ganó a Scioli -y sobre todo a Cristina- con el apoyo de un lema que inventaron el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba y su equipo. Fue una sola palabra. “Cambiemos”, lema que entraña un reto cuando se trata de la tremendista economía argentina.
Veamos algo de lo que Macri y los suyos van a cambiar casi de inmediato, desde el 10 de diciembre, cuando el expresidente de Boca Juniors y exalcalde de Buenos Aires asuma el poder.
Argentina fue bajando como potencia económica mundial. El peronismo -de centro, derecha o izquierda- siguió funcionando largos años con diversos resultados. Néstor Kirchner tuvo un buen momento, que se fue deteriorando. Cristina afrontó el problema y lo hizo, hace cuatro años, acudiendo al “cepo” o “cepo dólar”, que fue y es una fórmula para evitar la salida o fuga de capitales. Los que querían dólares para sus negocios o viajes tenían y tienen que comprar esos dólares en el Banco Central, que se encarga de calificar los pedidos y abre las puertas al mercado negro. No hay, pues, en ese importante país un cambio único para el dólar americano y las puertas están abiertas para negociarlo más caro o más barato, según las circunstancias.
Ese “cepo dólar” liquidarán Macri y sus seis ministros economistas y no dentro de un mes o de un año. No. Desde el 11 de diciembre y velozmente, dijeron los primeros anuncios. Desde antier ya están en marcha los preparativos, comenzando por un tema que es hoy una gran incógnita: ¿Cuál será el precio del dólar? ¿ 12, 15, 20 pesos? ¿Cómo funcionarán la oferta y la demanda de dólares? ¿Qué tal responderán el país y el exterior a un cambio así?
No faltan los chismes. Dicen que el derechista Macri -un curuchupa moderno- cuenta con los empresarios y buena parte del populacho. También, confía en sus consultores íntimos, uno de los cuales le dice en secreto: “jefe, no sufra tanto con el dólar y los pesos. Mejor haga lo que hizo mi país: dolarice a la Argentina”.