Las críticas no aplacaron sus descalificaciones. Por el contrario, el sábado pasado el presidente Rafael Correa ratificó sus declaraciones contra la candidata presidencial Cynthia Viteri cuando dijo que hablara de maquillaje y no de economía. “Lo que pasa es que Cynthia no sabe de economía, pero me preguntan y yo lo que dije es que esta señora no hable de economía, queda mal, que hable de otra cosa, que hable por ejemplo de maquillaje, refiriéndome a ella”, subrayó.
En las redes sociales Correa ha sido duramente criticado, especialmente por mujeres -a quienes él llamó neuróticas- que lo califican de machista.
Veamos. No es la primera vez que el Mandatario se refiere a las mujeres a partir de sus rasgos físicos. Hace varios años llamó a una periodista cuencana gordita horrorosa, por su forma incisiva de preguntar.
Sus palabras parecen sacadas de un molde que asigna roles inflexibles a hombres y mujeres. Roles que nos encasillan desde niños de acuerdo a códigos de una sociedad patriarcal que limita, por ejemplo, el papel de las mujeres a las tareas domésticas.
Pero los años pasan y las sociedades se transforman, para bien. Los hombres ya no somos los machos mantenedores de la casa. Debemos compartir responsabilidades y roles con nuestras parejas. Es más, en 1,1 millones de hogares del país las mujeres son jefas de hogar, según cifras oficiales.
Durante el último siglo los papeles de género en igualdad de condiciones han experimentado una revolución extraordinaria. Sobre todo en materia de derechos, acceso a la educación, al trabajo, en general a un sistema más equitativo para las mujeres.
Pero el machismo no tiene fronteras. Uno de sus mayores exponentes es, nada menos, el candidato a la presidencia de EE.UU., Donald Trump, quien en reiteradas ocasiones ha insultado a las mujeres en términos soeces y denigrantes. La diferencia es que hoy la sociedad está menos dispuesta a tolerar esas actitudes y eso se evidencia en la caída de su popularidad.