Que un político o un partido lleguen a cumplir de forma óptima con las propuestas que han hecho a sus mandantes es poco menos que imposible, entonces, para lograrlo, a veces es necesario pactar, incluso con aquellos a quienes se considera “enemigos”.
En los regímenes parlamentarios europeos con sistemas multipardistas rara vez un partido alcanza una mayoría absoluta dentro del legislativo que le permita formar gobierno, por lo que les es necesario hacer alianzas, que implican concesiones y dejar de lado ciertas metas para posibilitar el alcance de otras.
En Alemania, en estos días, los partidos políticos se están enfrentando a la necesidad de llegar a acuerdos mínimos a fin terminar con la incertidumbre surgida en las últimas elecciones, en las que, si bien triunfó el partido de Merkel, el CDU-CSU, éste no cuenta con los votos suficientes para formar gobierno. El segundo partido más votado fue el social demócrata, que en principio anunció que en esta vez no se aliaría con el partido de Merkel (fueron aliados en el periodo pasado).
Sin embargo, ante el fracaso de las negociaciones del CDU-CSU con otras organizaciones políticas, esa incertidumbre se ha acentuado, lo que ha llevado a los socialdemócratas a negociar una renovación de su pacto, lo que entraña obtener ciertos beneficios dentro del gobierno y poder cumplir ciertos ofrecimientos a sus mandantes, así como ceder en otros, todo con el fin último, además, de darle estabilidad a Alemania. Quizá tanto para el CDU-CSU como para los socialdemócratas, ese entendimiento no será lo óptimo, pero será lo mejor que se pueda obtener bajo las circunstancias.
En Ecuador acabamos de ver cómo se eligió vicepresidenta en la Asamblea Nacional con los votos de la facción morenista de Alianza País y los de varios miembros de la oposición, lo que ha generado muchas críticas. Sin embargo, antes de hacer una hoguera con ellos, ¿no cabría preguntarse por qué votaron de esa forma? Ante la posibilidad de sacar adelante ciertos elementos de su agenda y siendo que de todas formas una representante del correísmo duro sería elegida vicepresidenta, ¿no era lógico al menos tratar de obtener algo a cambio para sus mandantes? Quienes no votaron por Vicuña ¿seguirán arrinconados sin poder cumplir con sus ofertas, en una forma poco realista de entender la política? Solo el tiempo lo dirá.
Ahora, hacer política no implica claudicar principios ni obtener beneficios personales a cambio del voto, sino intentar cumplir con los mandantes a través de la negociación. Por eso la política es el arte de lo posible, un arte que busca lograr lo más que se pueda con las herramientas que se tiene, y una de las más importantes es la capacidad de llegar a acuerdos, consustanciales a la democracia. Quien no lo entiende así no sabe de política.